"Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos." Mat. 18: 3.
Jesús es nuestro mejor amigo. Vivamos cada día por fe en el Hijo de Dios. Pórtate de tal modo que Dios te pueda aprobar. Entonces vas a ser una bendición para los demás. . . No abandones la fe humilde ni la confianza de tu infancia. Cuando estabas enfermo, tu primer pedido era éste: "Papá, mamá, oren para que el Señor me sane y perdone mis pecados". Cuando orábamos por ti, tú también hacías una oración sencilla, y le agradecías al Señor porque te había escuchado y contestado, y con perfecta confianza decías: "Voy a mejorar. El Señor me ha bendecido". Dormías en perfecta paz, con la confianza que los santos ángeles guardaban tu lecho.
Vuelve a ser niño. Deposita todas tus cargas y pesares en Aquel que solamente puede dar descanso al fatigado corazón y paz al alma perturbada. Si quieres aprender de nuevo el precioso secreto de la felicidad en esta vida, y cómo lograr la vida futura e inmortal, ten la seguridad de que tienes que volver a ser niño en lo que se refiere a la confianza, la obediencia y el amor. Si quieres cumplir tu deber con valentía y sin embargo con regocijo, como un feliz hijo de Dios, derramarás rayos de luz sobre los demás.
Te encargo, puesto que lo sabes, que mires a Dios con fe sencilla, como la que tenías en tu infancia, para decirle: "Padre, estoy cansado; dame descanso. Une mi ignorancia con tu sabiduría, mi debilidad con tu fortaleza, mi fragilidad con tu poder perdurable. Escúdame con tu mano protectora durante los conflictos de la vida. Sálvame del adversario vigilante que sigue mis pisadas". . .
Nuestra única seguridad ahora consiste en vivir una vida de fe y buenas obras. Tu Padre celestial está al tanto de todos tus problemas. Conoce todas tus debilidades. Será tu pronto auxilio en las tribulaciones, y no va a privar de ningún bien a los que le temen y lo aman. El temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Nuestro compasivo Salvador nunca será indiferente a ningún dolor o pesar que aflija a sus hijos. . .
Ya sea que pierdas o ganes, ya sea que estés en prosperidad o en adversidad, hágate todo ello más semejante a Jesús, el Modelo divino. Tu felicidad estará asegurada si conservas una confianza semejante a la de un niño, albergando siempre la belleza y la amabilidad de un espíritu humilde y tranquilo ( Carta 56 , del 28 de octubre de 1874, dirigida a Edson White).