Se me presentó el engaño de los golpes de los médiums espiritistas y vi
que Satanás puede poner ante nosotros la apariencia de formas que
simulen ser nuestros parientes o amigos que duermen en Jesús. Se hará
aparentar como si estos deudos estuvieran presentes en realidad.
Hablarán las palabras que pronunciaban mientras estaban aquí, con las
cuales nos hemos familiarizado, y resonará en nuestro oído su mismo
timbre de voz. Todo esto es para engañar al mundo y entramparlo en la
creencia de este engaño.
Vi que los santos deben tener cabal comprensión de la verdad presente,
que se verán obligados a sostener por las Escrituras. Deben comprender
el estado en que se hallan los muertos, porque los espíritus diabólicos
se les aparecerán aseverando ser queridos parientes o amigos que les
declararán doctrinas contrarias a la Escritura. Harán cuanto puedan para
excitar su simpatía y realizarán milagros, ante ellos para confirmar
sus declaraciones. El pueblo de Dios debe estar preparado para rechazar a
estos espíritus con la verdad bíblica de que los muertos nada saben y
que los aparecidos son espíritus de demonios.
Debemos examinar cuidadosamente el fundamento de nuestra esperanza,
porque de las Escrituras hemos de entresacar la razón que hayamos de dar
de ella. Este engaño espiritista se difundirá, y tendremos que luchar
con él cara a cara, y si no estamos preparados para ello, quedaremos
engañados y vencidos. Pero si por nuestra parte hacemos cuanto podamos a
fin de prepararnos para afrontar el conflicto que se avecina, Dios hará
su parte y nos protegerá con su brazo omnipotente. Enviará a todos los
ángeles de la gloria para levantar una valla alrededor de las almas
fieles 263 antes que consentir en que las engañen y extravíen los
falaces prodigios de Satanás.
Vi la rapidez con que se difundía el engaño espiritista. Se me mostró un
tren de vagones que marchaban con la velocidad del rayo. El ángel me
mandó que observara cuidadosamente. Fijé la vista en el tren. Parecía
que en él iba el mundo entero. Después el ángel me mostró al jefe del
tren, un hermoso e imponente personaje a quien todos los pasajeros
admiraban y reverenciaban. Quedé perpleja y le pregunté a mi ángel
acompañante quién era aquel jefe. Me respondió: "Es Satanás, disfrazado
de ángel de luz. Ha cautivado al mundo. Este ha sido entregado a
formidables engaños para creer en una mentira a fin de que se condene.
Su agente, el que le sigue en categoría, es el maquinista, y otros
agentes suyos están empleados en diversos cargos, según los va
necesitando, y todos marchan con relampagueante velocidad a la
perdición."
Le pregunté al ángel si no había quedado nadie sin subir en el tren, y
él me mandó que mirase en dirección opuesta, donde vi una pequeña
compañía que caminaba por un sendero angosto. Todos parecían firmemente
unidos por la verdad. Aquella pequeña compañía daba muestras de fatiga,
como si hubiese pasado por muchas pruebas y conflictos. Parecía como si
el sol acabara de levantarse detrás de una nube y brillara sobre sus
rostros, dándoles aire de triunfo, cual si estuvieran próximos a ganar
la victoria.
Vi que el Señor ha dado al mundo ocasión de descubrir el engaño. Si no
hubiese otra prueba, bastaría para el cristiano la de que los
espiritistas no hacen distinción entre lo precioso y lo vil. Satanás
representa como muy exaltado en el cielo a Tomás Paine, cuyo cuerpo está
ya convertido en polvo y ha de ser llamado a despertar al fin de los
mil años, cuando la segunda resurrección, para recibir su recompensa y
sufrir la segunda muerte. Satanás se sirvió de Tomás Paine en la tierra
tanto como pudo, y ahora prosigue la misma 264 obra asegurando que está
muy honrado y exaltado en el cielo. Y tal como enseño Paine aquí, finge
Satanás que continúa enseñando allí. Y algunos que solían considerar con
horror su vida en la tierra, su muerte y sus corruptoras enseñanzas, se
someten ahora a ser enseñados por él, que fue uno de los hombres más
viles y corruptos, alguien que despreció a Dios y su ley.
El padre de la mentira ciega y engaña al mundo enviando a sus ángeles
para que hablen como si fueran los apóstoles, y esos ángeles hacen que
éstos contradigan lo que escribieron en la tierra por inspiración del
Espíritu Santo. Los ángeles mentirosos hacen aparecer a los apóstoles
corrompiendo sus propias enseñanzas y declarándolas adulteradas. De este
modo se complace Satanás en sumir a los que se llaman cristianos, y a
toda clase de gente, en incertidumbre respecto a la Palabra de Dios. .