Harriet Tubman nació esclava en Maryland, pero escapó en 1849 y logró llegar al norte. Sin embargo, no estaba satisfecha con su propia libertad. Así que el resto de su vida hizo 19 viajes de regreso al sur y ayudó a escapar a al menos 300 esclavos. Generalmente, ella misma guiaba a docenas de esclavos hacia la libertad, viajando de noche y en extremo secreto.
Le pusieron por sobrenombre “Moisés”. A pesar de que los esclavistas enfurecidos publicaron una recompensa de 40mil dólares por su captura, nunca fue aprehendida.
Debido a que sus misiones de rescate estaban llenas de peligro, exigía estricta obediencia a sus fugitivos. Los amigos de Tubman y sus compañeros abolicionistas afirmaron que la fuente de su fuerza provenía de su fe en Dios como libertador y protector de los débiles.
Tubman dijo que escuchaba la voz de Dios mientras conducía a los esclavos hacia el norte, y pedía siempre la guía de Dios. El abolicionista Thomas Garrett dijo de ella: "Nunca conocí a ninguna persona de cualquier color que tuviera más confianza en la voluntad de Dios".
En sus último años, se estableció en Auburn, Nueva York y, a pesar de numerosos honores, pasó sus últimos años en la pobreza. Luchó toda su vida por la libertad de los afroamericanos y por la abolición de la esclavitud.