Me parecía ver una inmensa bola de fuego que caía sobre el mundo, y que aplastaba grandes mansiones. De lugar en lugar se elevaba el clamor: "El Señor ha venido! ¡El Señor ha venido!" Muchos no estaban preparados para recibirlo, pero unos pocos decían: "¡Alabado sea Dios!"
"¿Por qué están alabando a Dios?", les preguntaban los que sentían que la destrucción venía sobre ellos.
"Porque ahora vemos lo que hemos estado esperando".
"Si ustedes creían que estas cosas vendrían, ¿por qué no nos lo dijeron?", fue la terrible respuesta que recibieron. "No sabíamos nada de esto. ¿Por qué nos dejaron en la ignorancia? Todo el tiempo nos veían; ¿por qué no vinieron a visitarnos y a hablarnos del juicio que había de venir, y que debíamos servir a Dios para no perecer? ¡Ahora estamos perdidos!"
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