jueves, 18 de octubre de 2012

Cada día con Dios.Elena G. de White

EL PODER DE LA GRACIA TRANSFORMADORA


"Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos." Luc. 11: 1.

Cada alma tiene el privilegio de presentar al Señor sus propias necesidades particulares, y ofrecer su gratitud individual por las bendiciones que recibe cada día. Pero las numerosas oraciones largas y lánguidas que se ofrecen, en lugar de ser una alegría para el Señor, son un peso. ¡Cuánto necesitamos corazones limpios y convertidos! Necesitamos fortalecer nuestra fe. "Pedid, y se os dará "-prometió el Salvador-" ; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mat. 7: 7). Necesitamos educarnos para confiar en esta promesa, y para que la luz de la gracia de Cristo aparezca en todo lo que hacemos. Necesitamos aferrarnos de Cristo y no soltarlo hasta verificar que el poder de su gracia transformadora se manifiesta en nosotros. Debemos tener fe en Cristo si queremos reflejar el carácter divino.

Cristo revistió de humanidad su divinidad, y vivió una vida de plegaria y abnegación, y de diaria lucha contra la tentación, para poder ayudar a los que ésta asalta en la actualidad. El es nuestra eficiencia y nuestro poder. Desea que al apropiarnos de su gracia la humanidad participe de la naturaleza divina. . . Cuando se estudia fielmente la Palabra de Dios, que se encuentra en el Antiguo Testamento y en el Nuevo, y se la recibe en la vida, proporciona sabiduría y vida espiritual. Hay que atesorar su Palabra como algo sagrado. La fe en la Palabra de Dios y en el poder de Cristo para transformar la vida, capacitará al creyente para hacer las obras del Señor, y para vivir una vida de regocijo en Dios.

Una y otra vez se me ha instruido que le diga al pueblo: "Tengan fe en Dios y confíen en él. No dependan del hombre sujeto a error para que les diga cuál es su deber". . .

Es correcto que los hermanos se aconsejen mutuamente, pero cuando alguien les dice exactamente lo que tienen que hacer, contesten diciendo que han elegido al Señor como su consejero. Los que lo busquen humildemente descubrirán que su gracia basta. . .

Nadie tiene el poder de reparar los defectos del carácter. Debemos poner nuestra esperanza y nuestra confianza en Alguien que es más que humano. Siempre debemos recordar que el auxilio proviene del Poderoso. El Señor ha provisto la ayuda necesaria para cada alma que quiera aceptarla ( Carta 340 , del 3 de octubre de 1907, para los obreros del sur de California).

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