lunes, 22 de octubre de 2012

Cada día con Dios.Elena G. de White

LA PRIMERA ESCUELA DEL NIÑO


"Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos." (Isa. 54: 13).

Es deber de ustedes, padres, hacer todo lo posible para cumplir el propósito de Dios para sus hijos tal como aparece en su Palabra. Cuando el Señor comprueba que ustedes son sinceros y fervientes en la lucha para salvar las almas de los niños, les dará gracia y poder que los capacitarán para cumplir esa tarea.

El Señor ha dado a su pueblo gran luz en su Palabra, pero esa luz sólo beneficia al creyente que practica la verdad y que purifica su alma mediante la obediencia. ¿Ha de triunfar siempre Satanás porque los padres representan mal a Dios al seguir planes mundanos y al no manifestar el poder de Cristo que purifica el corazón? Toda la iglesia sufre cuando los hijos de una familia son ingobernables. Cristo viene pronto. Nuestras escuelas deben alcanzar la elevada norma que implica la dependencia de los principios bíblicos.

Los padres necesitan una comprensión más profunda de lo que significa ser semejantes a Cristo. Necesitan comprender la importancia de trabajar por la salvación de sus hijos. Dios requiere de ellos una consagración mayor de la que han manifestado jamás. A menos que experimente muchas reformas, la escuela no va a cumplir su misión.

El hogar es la primera escuela del niño. Dios hará responsables a los padres que no disciplinan a sus hijos de acuerdo con sus instrucciones. Los padres deben buscar fervorosamente a Dios, y obedecerlo sin reticencias, y deben exigir obediencia a sus hijos, y después asegurar su futura salvación mandándolos a la escuela [de iglesia] y a la escuela sabática. Dios requiere que ustedes hagan en el hogar la obra que no han hecho. Practiquen en el hogar la temperancia en todas las cosas. Y apoyen al maestro que está tratando de brindar a sus hijos una verdadera educación. . .

La luz que procede de la cruz del Calvario pone de manifiesto la obra que se debe hacer con fervor y vigilancia hasta el fin del tiempo ( Carta 134 , del 11 de octubre de 1901, dirigida a los maestros y alumnos de la escuela de Healdsburg).

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