Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Gén 3:2
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
Gén 3:3
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Gén 3:4
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
Gén 3:5
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
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