Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos... Hasta que entrando al santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Salmos 73:3, 17.
El primer paso en la senda de la vida consiste en mantener la mente fija en Dios, tener su temor continuamente ante los ojos. Una sola desviación de la integridad moral embota la conciencia y abre la puerta para la tentación siguiente. “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado”. Proverbios 10:9.
Se nos ordena que amemos a Dios por sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos; pero la experiencia diaria de la vida demuestra que se desobedece esta ley. La rectitud en el proceder y la integridad moral asegurarán el favor de Dios, y harán a hombres y a mujeres una bendición para ellos mismos y para la sociedad; pero en medio de las diversas tentaciones que los asaltan, no importa qué camino tomen, es imposible que mantengan una clara conciencia y la aprobación del cielo sin la ayuda divina y el principio de amar la honradez por causa de lo recto.
Un carácter aprobado por Dios y la humanidad debe ser preferido a la riqueza. Debe ponerse el fundamento ancho y profundo que descansa sobre la roca, Cristo Jesús. Hay demasiados que profesan actuar basados en el verdadero fundamento, pero cuyo proceder disoluto demuestra que están edificando sobre arena movediza. La gran tempestad barrerá su fundamento y no tendrán refugio.
Muchos alegan que a menos que sean perspicaces y estén alerta para sacar provecho, sufrirán pérdidas. Prosperan sus prójimos inescrupulosos, que obtienen una ganancia egoísta, en tanto que ellos, aunque traten de proceder estrictamente de acuerdo con los principios bíblicos, no son tan grandemente favorecidos. ¿Ven el futuro estas personas? ¿O tienen los ojos demasiado débiles para ver, a través de la neblina de la mundanalidad cargada de miasmas, que el honor y la integridad no se recompensan con la moneda de este mundo? ¿Recompensará Dios la virtud meramente con éxito mundanal? Tiene sus nombres escritos en las palmas de sus manos como herederos de honores perdurables, de riquezas que son imperecederas.—Comentario Bíblico Adventista 3:1176.
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