Como pueblo que guarda los mandamientos de Dios, debemos salir de las ciudades. Tal como lo
hizo Enoc, debemos trabajar en las ciudades pero no vivir en ellas. (Nota: *EE, 61.)
[Enoc] no instaló su morada entre los impíos. . . Se ubicó con su familia donde la atmósfera fuera lo más pura posible. De vez en cuando visitaba a los habitantes del mundo para darles el mensaje que Dios le había dado. . . Después de proclamar su mensaje, siempre llevaba consigo a su lugar de retiro a algunos que habían aceptado la amonestación.183 (Nota: *BC1, 1087, 1088
No debemos establecernos donde nos veamos obligados a entrar en relaciones estrechas con los que no honran a Dios. . . Pronto vendrá una crisis relacionada con la observancia del domingo. . . Los partidarios del domingo se están haciendo fuertes en sus falsas pretensiones, y esto significará opresión para los que estén resueltos a guardar el día de reposo de Jehová. . . Debemos tener cuidado de no ubicarnos donde sea difícil guardar el sábado para nosotros y nuestros hijos.179 (Nota: *CL, 20
No era el propósito de Dios que sus hijos se apiñaran en ciudades, para vivir amontonados desordenadamente en casas de departamentos. En el principio puso a nuestros primeros padres en un jardín en medio de los hermosos panoramas y suaves sonidos de la naturaleza, y desea que sus hijos se deleiten hoy con esos panoramas y sonidos. (Nota: T7, 87.*)
La vida en las ciudades es falsa y artificial. La intensa pasión por el dinero, el torbellino y el afán de los placeres, la fiebre de la ostentación, el lujo y la prodigalidad son otras tantas fuerzas que impiden a la mayoría de la humanidad que cumpla el verdadero fin de la vida. Abren la puerta a una infinidad de males y ejercen sobre la juventud un poder casi irresistible.
"Muchos padres mudan sus hogares del campo a la ciudad, porque consideran ésta como un lugar más deseable o provechoso. Pero al hacer este cambio, exponen a sus hijos a muchas y grandes tentaciones. Los muchachos no tienen ocupación, obtienen una educación callejera y pasan de una etapa de depravación a otra, hasta que pierden todo interés en cuanto es bueno, puro y santo.
[Enoc] no instaló su morada entre los impíos. . . Se ubicó con su familia donde la atmósfera fuera lo más pura posible. De vez en cuando visitaba a los habitantes del mundo para darles el mensaje que Dios le había dado. . . Después de proclamar su mensaje, siempre llevaba consigo a su lugar de retiro a algunos que habían aceptado la amonestación.183 (Nota: *BC1, 1087, 1088
No debemos establecernos donde nos veamos obligados a entrar en relaciones estrechas con los que no honran a Dios. . . Pronto vendrá una crisis relacionada con la observancia del domingo. . . Los partidarios del domingo se están haciendo fuertes en sus falsas pretensiones, y esto significará opresión para los que estén resueltos a guardar el día de reposo de Jehová. . . Debemos tener cuidado de no ubicarnos donde sea difícil guardar el sábado para nosotros y nuestros hijos.179 (Nota: *CL, 20
No era el propósito de Dios que sus hijos se apiñaran en ciudades, para vivir amontonados desordenadamente en casas de departamentos. En el principio puso a nuestros primeros padres en un jardín en medio de los hermosos panoramas y suaves sonidos de la naturaleza, y desea que sus hijos se deleiten hoy con esos panoramas y sonidos. (Nota: T7, 87.*)
La vida en las ciudades es falsa y artificial. La intensa pasión por el dinero, el torbellino y el afán de los placeres, la fiebre de la ostentación, el lujo y la prodigalidad son otras tantas fuerzas que impiden a la mayoría de la humanidad que cumpla el verdadero fin de la vida. Abren la puerta a una infinidad de males y ejercen sobre la juventud un poder casi irresistible.
"Muchos padres mudan sus hogares del campo a la ciudad, porque consideran ésta como un lugar más deseable o provechoso. Pero al hacer este cambio, exponen a sus hijos a muchas y grandes tentaciones. Los muchachos no tienen ocupación, obtienen una educación callejera y pasan de una etapa de depravación a otra, hasta que pierden todo interés en cuanto es bueno, puro y santo.