martes, 11 de abril de 2023

Prepárate para encontrarte con tu Dios


Vi que no debemos retrasar la venida del Señor. Dijo el ángel: “Preparaos, preparaos, para lo que va a venir sobre la tierra. Correspondan vuestras obras a vuestra fe.” Vi que el ánimo debe apoyarse en Dios, que debemos ejercer nuestra influencia en favor de Dios y su verdad. No podemos honrar al Señor mientras seamos negligentes e indiferentes. No podemos glorificarle cuando estamos descorazonados. Debemos tener fervor para asegurar nuestra propia salvación, y para salvar a otros. Debemos conceder suma importancia a esto, y considerar secundario todo lo demás. Vi la belleza del cielo. Oí a los ángeles cantar sus himnos arrobadores, tributando alabanza, honra y gloria a Jesús. Pude entonces percibir vagamente el prodigioso amor del Hijo de Dios. El abandonó toda la gloria, toda la honra que se le tributaba en el cielo, y se interesó de tal manera en nuestra salvación que, con paciencia y mansedumbre, soportó toda injuria y escarnio que los hombres quisieron imponerle. Fué herido, azotado y afligido; se lo extendió sobre la cruz del Calvario, y sufrió la muerte más atroz para salvarnos de la muerte; para que pudiésemos ser lavados en su sangre, y resucitar para vivir con él en las mansiones que está preparando, donde disfrutaremos la luz y la gloria del cielo, y oiremos cantar a los ángeles y cantaremos con ellos. Vi que todo el cielo se interesaba en nuestra salvación; y ¿habremos de ser nosotros indiferentes? ¿Seremos negligentes como si fuese asunto de poca monta el que seamos salvos o perdidos? ¿Despreciaremos el sacrificio que fué hecho por nosotros? Algunos han obrado así. Han jugado con la misericordia que se les ofrecía y el desagrado de Dios pesa sobre ellos. No siempre habrá de quedar entristecido el Espíritu de Dios. Si se le contrista algo más, se apartará. Después que se haya hecho todo lo que Dios podía hacer para salvar a los hombres, y ellos por su vida hayan demostrado que desprecian la misericordia ofrecida por Jesús, la muerte será su parte y pagarán caro esa actitud. Será una muerte horrible, porque habrán de sufrir la agonía que Cristo soportó en la cruz para obtener la redención que ellos han rehusado. Y se darán cuenta de lo que han perdido: la vida eterna y la herencia inmortal. El gran sacrificio que fué hecho para salvar las almas, nos revela su valor. Cuando el alma preciosa se perdió, se perdió para siempre.

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