sábado, 13 de mayo de 2023

Un crecimiento continuo

La santificación no es obra de un momento, una hora o un día. Es un crecimiento continuo en la gracia. No sabemos un día cuán intenso será nuestro conflicto al día siguiente. Satanás vive, es activo y cada día necesitamos clamar fervorosamente a Dios por ayuda y fortaleza para resistirle. Mientras reine Satanás tendremos que subyugar el yo, tendremos asedios que vencer, y no habrá punto en que detenerse, donde podamos decir que hemos alcanzado la plena victoria.

“No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo por ver si alcanzo aquello para lo cual fuí también alcanzado de Cristo Jesús.” Filipenses 3:12. La vida cristiana es una marcha constante hacia adelante. Jesús está sentado para refinar y purificar a sus hijos; y cuando su imagen se refleja perfectamente en ellos, son perfectos y santos, preparados para la traslación. Se requiere del cristiano una obra grande. Se nos exhorta a purificarnos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, y a perfeccionar la santidad en el temor de Dios. En esto vemos en qué estriba la gran labor. Hay trabajo constante para el cristiano. Todo sarmiento de la cepa debe obtener de ella vida y fuerza a fin de dar fruto.

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Nos costará un esfuerzo obtener la vida eterna. Seremos vencedores únicamente mediante un esfuerzo largo y perseverante, intensa disciplina y severo conflicto. Pero si con paciencia y resolución, en el nombre del Vencedor que obtuvo la victoria en nuestro favor en la tentación y en el desierto, vencemos como él venció, obtendremos la recompensa eterna. Nuestros esfuerzos, nuestra abnegación, nuestra perseverancia deben ser proporcionales al valor infinito del objeto que perseguimos.

 

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