jueves, 9 de noviembre de 2023

Una experiencia progresiva


Los cristianos tendrán que pasar por nuevas escenas y nuevas pruebas, donde la experiencia pasada no podrá ser una guía suficiente. Tenemos mayor necesidad de aprender del divino Maestro ahora que en cualquier otro período de nuestra vida. Cuanto más nos acerquemos a la luz pura del cielo, tanto mayor número de defectos discerniremos que es necesario reformar en nosotros. Todos podemos hacer una buena obra en beneficio de los demás, si procuramos el consejo de Dios y lo seguimos con obediencia y fe. La fe de los justos es progresiva, y va de fuerza en fuerza, de gracia en gracia, y de gloria en gloria. La iluminación divina aumentará más y más; corresponderá a nuestros movimientos de adelanto, y nos preparará para afrontar las responsabilidades y emergencias que nos esperan.

Cuando las pruebas os rodean, cuando el abatimiento y la sombría incredulidad dominan vuestros pensamientos, cuando el egoísmo amolda vuestras acciones, no veis vuestra necesidad de Dios, ni de un conocimiento profundo y cabal de su voluntad. No conocéis la voluntad de Dios, ni podéis conocerla mientras vivís para el yo. Confiáis en vuestras buenas intenciones y resoluciones, y la suma principal de vuestra vida se compone de resoluciones hechas y resoluciones quebrantadas. Lo que todos necesitáis es morir al yo, dejar de aferraros a él y entregaros a Dios. Gustosamente os consolaría si pudiera. Gustosamente alabaría vuestras buenas cualidades, buenos propósitos y buenos actos; pero Dios no se complació en mostrármelos. Me presentó las cosas que os impiden ganar el carácter noble y elevado de la santidad que necesitáis para no perder el reposo celestial y la gloria inmortal que él os quisiera ver alcanzar. Apartad los ojos de vosotros mismos y dirigidlos a Jesús. Es todo en todos. Los méritos de la sangre de un Salvador crucificado y resucitado bastarán para purificar del mayor y del menor pecado. Con fe y confianza, entregad la custodia de vuestras almas a Dios, como a un Creador fiel. No alberguéis continuamente aprensiones y temores de que Dios os abandonará. No lo hará nunca a menos que os apartéis de él. Cristo vendrá y morará con vosotros si le abrís la puerta de vuestro corazón. Puede haber perfecta armonía entre vosotros y el Padre y su Hijo, si queréis morir al yo y vivir para Dios. ¡Cuán pocos son los que se dan cuenta de que tienen ídolos favoritos y acarician pecados! Dios ve estos pecados que vosotros no veis quizás pero los conserváis, y obra con su podadera para separarlos de vosotros. Todos queréis elegir por vosotros mismos el proceso de purificación. ¡Cuánto os cuesta someteros a la crucifixión del yo! Pero cuando se somete todo a la obra del Dios que conoce nuestras debilidades y nuestra pecaminosidad, él emplea el mejor método para producir los resultados deseados. Enoc anduvo con Dios por medio de un conflicto constante y una fe sencilla. Todos podéis hacer lo mismo. Podéis convertiros, transformaros cabalmente, ser de veras hijos de Dios, y disfrutar no sólo del conocimiento de su voluntad, sino conducir también por vuestro ejemplo a otros por la misma senda de humilde obediencia y consagración. La verdadera piedad se difunde y comunica. El salmista dice: “No encubrí tu justicia dentro de mi corazón: tu verdad y tu salvación he dicho: no oculté tu misericordia y tu verdad en grande concurso.” Salmos 40:10. Dondequiera que haya amor de Dios, hay también deseo de expresarlo. Dios os ayude a todos a hacer esfuerzos fervientes para ganar la vida eterna y conducir a otros por la senda de la santidad.

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