martes, 23 de enero de 2024

Dispépticos mentales


Mi amor hacia su alma me induce a escribirle en este momento. Me siento oprimida por la responsabilidad que asumo al escribirle estas cosas. Por su propia conducta está cerrando las puertas del cielo para Vd. y sus hijos; porque ninguno de Vds. entrará allí con sus actuales caracteres deficientes. Vd., hermana mía, está perdiendo tristemente en el juego de la vida. Los ángeles santos la observan con tristeza, y los malos espíritus miran con expresión de triunfo al ver cómo Vd. pierde rápidamente las gracias que adornan el carácter cristiano, mientras que en su lugar Satanás implanta sus propios malos rasgos. Se ha dedicado tanto a la lectura de novelas y cuentos que vive en un mundo imaginario. La influencia de una lectura tal perjudica tanto a la mente como al cuerpo; debilita el intelecto e impone una terrible carga sobre la fuerza física. A veces apenas podría considerarse que su mente está sana, porque la imaginación se ha sobreexcitado y ha enfermado por causa de la lectura de historias ficticias. La mente debe disciplinarse de tal manera que todas sus facultades se desarrollen simétricamente. Cierto curso de preparación puede vigorizar las facultades especiales, y al mismo tiempo dejar rezagadas otras, de manera que se estorba su utilidad. La memoria sufre grave perjuicio debido a la lectura mal escogida, que tiende a desequilibrar las facultades del raciocinio, y a crear nerviosidad, cansancio del cerebro y postración de todo el organismo. Si constantemente se alimenta con exceso la imaginación, y se la estimula mediante las ficciones, no tarda en volverse tiránica, en dominar todas las otras facultades de la mente, y en tornar caprichoso el gusto y pervertir las tendencias. Vd. es una dispéptica mental. Su mente rebosa de conocimientos de toda clase: política, historia, teología y anécdotas, de todo lo cual solamente una parte puede ser retenida por una memoria recargada. Sería de mucho más valor tener menos información en un cerebro bien disciplinado. Vd. ha descuidado la tarea de adiestrar su mente para la acción vigorosa; por lo tanto, su voluntad y su inclinación la han dominado en vez de servirla. El resultado es la pérdida de poder físico y mental. Durante años su mente ha sido como un arroyo susurrante casi lleno de rocas y malezas, cuya agua se desperdicia. Si sus facultades estuviesen controladas por propósitos elevados no sería inválida como es ahora. Se le antoja que sus caprichosos apetitos deben ser complacidos, así como su deseo de leer excesivamente. Vi arder la lámpara a la medianoche en su pieza mientras Vd. leía alguna historia fascinante, aguijando así su ya sobreexcitado cerebro. Esta conducta ha estado disminuyendo su vitalidad, y debilitándola física, mental y moralmente. La irregularidad ha causado desorden en su casa, y si esto continúa, hundirá su espíritu en la imbecilidad. Vd. ha abusado del tiempo de gracia que Dios le concedió y lo ha despilfarrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Progresemos y aumentemos nuestra eficiencia

El Señor desea que se siga proclamando con creciente eficiencia el mensaje del tercer ángel. Como obró él e...