Dios nos concede talentos para que los aprovechemos sabiamente, no para que abusemos de ellos. La educación es tan sólo una preparación de las facultades físicas, intelectuales y morales para el mejor cumplimiento de todos los deberes de la vida. La lectura impropia imparte una educación falsa. El poder de resistencia, y la fuerza y actividad del cerebro pueden ser reducidos o aumentados de acuerdo con la manera en que se emplean. Vd. tiene mucho que hacer para deshacerse de sus lecturas livianas. Elimínelas de su casa. No conserve delante de sí la tentación de pervertir su imaginación, desequilibrar su sistema nervioso y arruinar a sus hijos. Por la mucha lectura se está incapacitando para los deberes de esposa y madre, y de hecho se está descalificando para hacer el bien en cualquier lugar.
No estudia la Biblia como debiera; por lo tanto, no se hace sabia en las Escrituras, ni se capacita cabalmente para toda buena obra. La lectura liviana fascina la mente y quita interés a la lectura de la Palabra de Dios. Vd. procura hacer creer a otros que conoce las Escrituras; pero esto no puede ser porque su mente está llena de escoria. La Biblia requiere reflexión y escudriñamiento con oración. No basta con recorrerla superficialmente. Aunque algunos pasajes son demasiado claros para que se los entienda mal, otros son más intrincados y exigen estudio cuidadoso y paciente. Como el metal precioso oculto en las colinas y las montañas, es necesario buscar sus gemas de verdad y almacenarlas en la mente para uso futuro. ¡Ojalá que todos ejercitasen sus mentes tan constantemente en la búsqueda del oro celestial como en la del oro que perece! Cuando Vd. escudriñe las Escrituras con el ferviente deseo de aprender la verdad, Dios impartirá su Espíritu a su corazón e impresionará su mente con la luz de su Palabra. La Biblia es su propio intérprete, pues un pasaje explica el otro. Comparando los textos que se refieren a los mismos temas, verá Vd. una belleza y una armonía que nunca soñó. No hay otro libro cuya lectura fortalezca, amplíe, eleve y ennoblezca la mente como la lectura de este Libro de los libros. Su estudio imparte nuevo vigor a la mente, que es puesta así en contacto con temas que requieren reflexión fervorosa y es impulsada a orar a Dios para poder comprender las verdades reveladas. Si se deja que la mente trate temas comunes en vez de problemas difíciles y profundos, se estrechará hasta el nivel de los asuntos que contemple y perderá finalmente su poder de expansión.*****
Desagradan a Dios aquellos que negligente o indolentemente dejan de convertirse en obreros eficientes y bien informados. El cristiano debe poseer más inteligencia y discernimiento más agudo que el mundano. El estudio de la Palabra de Dios amplía continuamente el espíritu y fortalece el intelecto. No hay nada que refine y eleve tanto el carácter, y dé tanto vigor a toda facultad, como el ejercicio continuo de la mente para captar y comprender las verdades de peso e importancia.
La mente humana se atrofia y debilita cuando trata solamente con asuntos comunes, sin elevarse nunca por encima del nivel de las cosas temporales y de los sentidos, para asir los misterios de lo invisible. El entendimiento se rebaja gradualmente al nivel de los temas con que se familiariza constantemente. La mente contraerá sus facultades y perderá su capacidad si no se ejercita para adquirir conocimiento adicional, y no se esfuerza por comprender las revelaciones del poder divino en la naturaleza y en la Palabra sagrada.
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