viernes, 26 de enero de 2024

Obreros fieles


La paz de Cristo no puede ser comprada con dinero; el talento brillante no puede disponer de ella; el intelecto no la puede asegurar: es un don de Dios. ¿Cómo podría yo hacer comprender a todos la gran pérdida que experimentan si no siguen los santos principios de la religión de Cristo en la vida diaria? La mansedumbre y la humildad de Cristo constituyen el poder del cristiano. Son a la verdad más preciosas que todo lo que el genio puede crear o las riquezas comprar. De todas las cosas buscadas, apreciadas o cultivadas, no hay nada tan valioso a la vista de Dios como un corazón puro, una disposición rebosante de agradecimiento y paz. Si la divina armonía de la verdad y el amor imperan en el corazón, resplandecerán en palabras y acciones. El cultivo más cuidadoso de los modales externos y de la cortesía no tiene suficiente poder para ahuyentar toda inquietud, juicio duro y palabras impropias. El espíritu de genuina benevolencia debe morar en el corazón. El amor imparte a su poseedor gracia, donaire y hermosura de porte. El amor ilumina el rostro y subyuga la voz; refina y eleva a todo el ser humano. Lo pone en armonía con Dios, porque es un atributo celestial. Muchos corren el riesgo de pensar que mientras llevan cargas de trabajo, escriben, ejercen la profesión médica o deben cumplir los deberes de los diversos departamentos, se los excusa si descuidan la oración, la observancia del sábado y el servicio religioso. Las cosas sagradas quedan así rebajadas para adaptarse a su conveniencia, mientras que los deberes, la abnegación y las cruces quedan sin tocar. Ni los médicos ni sus ayudantes deben intentar realizar su trabajo sin tomarse tiempo para orar. Dios quiere ser el ayudador de todos los que profesan amarle si ellos quieren acudir a él con fe y, conscientes de su propia debilidad, anhelan su poder. Cuando se separan de Dios, su sabiduría resulta insensatez. Cuando sean pequeños a sus propios ojos y se apoyen en su Dios, entonces él será el brazo de su poder y el éxito acompañará sus esfuerzos; pero cuando permiten que la mente se distraiga de Dios, entonces Satanás entra y rige los pensamientos y pervierte el juicio. Nadie está en mayor peligro que el que considera segura su montaña. Entonces es cuando sus pies empezarán a resbalar. Vendrán las tentaciones una tras otra, y tan imperceptible será su influencia sobre la vida y el carácter, que a menos que sea guardado por el poder divino, será corrompido por el espíritu del mundo y no llevará a cabo el propósito de Dios. Todo lo que el hombre tiene se lo ha dado Dios, y el que aprovecha su capacidad para gloria del Señor, será instrumento que haga bien; pero nos es tan imposible vivir una vida piadosa sin orar constantemente y cumplir los deberes religiosos, como lo sería obtener fuerzas físicas sin ingerir alimento temporal. Debemos sentarnos diariamente a la mesa de Dios. Debemos recibir fuerza de la Vid viviente si queremos nutrirnos. La conducta que han seguido algunos al practicar métodos mundanos para lograr sus propósitos, no está en armonía con la voluntad de Dios. Ven males que es necesario corregir, pero no desean atraer oprobio sobre sus propias cabezas y, en vez de arrostrar valientemente estas cosas, echan la carga a otro y le dejan arrostrar las dificultades que ellos mismos han rehuído; y en demasiados casos, el que usa un lenguaje claro es considerado como grave ofensor. Hermanos, os ruego que obréis con el sincero deseo de glorificar a Dios. Depended de su poder; sea su gracia vuestra fuerza. Por el estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es esencial que cultivéis la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores. Los pequeños incidentes de la vida diaria pasan con frecuencia sin que los notemos; pero son estas cosas las que forman el carácter. Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de que adquiera fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prueba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora. Dios quiere hacer mucho por vosotros, si tan sólo sentís vuestra necesidad de él. Jesús os ama. Tratad siempre de andar en la luz de la sabiduría de Dios; y en todas las variables escenas de la vida, no descanséis hasta saber que vuestra voluntad está en armonía con la voluntad de vuestro Creador. Por la fe en él podéis obtener fuerza para resistir a toda tentación de Satanás, y así crecer en fuerza moral con cada prueba que Dios os envíe.

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