Por el pastor Aubrey Duncan
Marcas proféticas
Recientemente, la nación celebró el Día de la Independencia. Este es un momento en el que los ciudadanos hacen una pausa para conmemorar el nacimiento del mayor experimento de la civilización humana. Así dice parcialmente el certificado de nacimiento de aquel experimento: “Consideramos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, que están dotados por su Creador de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad” (Declaración de Independencia, 4 de julio de 1776).
Pero estamos siendo testigos, tal como lo predijo la Biblia, del desmoronamiento del tejido de ese experimento. Como fundamento de la civilización occidental, la Biblia no sólo predijo el surgimiento del Experimento Americano sino que también profetizó su papel en la historia de la salvación y su desaparición definitiva. La idea de Estados Unidos ha atraído a millones de personas de todo el mundo y ha impactado más vidas que cualquier otro sistema de gobierno que haya existido en los anales de la historia de la humanidad. Pero, incluso mientras celebramos esa gran idea, quizás la mitad de la población esté abogando por su desaparición.
Una señal obvia de la disipación del Experimento Americano es el reciente fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que otorga al presidente inmunidad procesal por cualquier acto criminal cometido mientras estaba en el cargo. Ese fallo fue en respuesta a la apelación del expresidente Donald Trump ante el tribunal más alto del país, reclamando inmunidad de procesamiento penal por intentar anular ilegal y violentamente los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, que sabía que había perdido.
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