lunes, 5 de agosto de 2024

Un mensaje universal


Hay pruebas inequívocas de la inminencia del fin. La amonestación debe darse en lenguaje firme y directo. Es necesario preparar el camino delante del Príncipe de paz que viene sobre las nubes de los cielos. Queda aún mucho que hacer en las ciudades que todavía no han oído la verdad para nuestra época. No debemos establecer instituciones que por sus dimensiones y esplendor rivalicen con las del mundo; sino que debemos proseguir la obra del Señor en su nombre con la perseverancia y el celo incansable que puso el Salvador en su obra.

Como pueblo, tenemos gran necesidad de humillar nuestros corazones ante Dios, implorando su perdón por haber descuidado su mandato misionero. Hemos establecido centros importantes en algunos lugares y dejado sin trabajar muchas ciudades populosas. Pongamos mano a la obra asignada, y proclamemos el mensaje que debe hacer comprender su peligro a hombres y mujeres. Si cada adventista del séptimo día hubiese cumplido su parte, el número de creyentes sería ahora mucho mayor. En todas las ciudades de América habría personas a quienes el mensaje hubiese inducido a obedecer la ley de Dios. En algunos lugares el mensaje tocante a la observancia del sábado ha sido presentado con claridad y fuerza; en cambio, otros lugares han sido dejados sin amonestación. ¿No se tornarán conscientes de su responsabilidad los que conocen la verdad? Hermanos míos, no podéis engolfaros impunemente en empresas y negocios terrenales. No podéis descuidar sin peligro la orden que el Señor os dió. Todo el universo pide a los que conocen la verdad que se consagren sin reservas a proclamar la verdad tal cual les ha sido manifestada en el mensaje del tercer ángel. Lo que oímos y vemos nos llama a cumplir nuestro deber. La actividad de los agentes de Satanás invita a cada cristiano a ocupar su puesto.

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