La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol brilla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos continúan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, contendiendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódromos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin embargo el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto todos sus agentes a trabajar a fin de que los hombres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la misericordia (El Deseado de todas las gentes, pp. 586-590)
Si parece larga la espera de nuestro Libertador, si nos sentimos impacientes por la terminación de nuestra comisión, afligidos y cansados, recordemos... que Dios nos ha puesto en el mundo para enfrentar tormentas y conflictos, para perfeccionar el carácter cristiano, para familiarizamos mejor con Dios nuestro Padre y Cristo nuestro Hermano mayor, y para trabajar por el Maestro en la ganancia de muchas almas para Cristo, para escuchar llenos de gozo las palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23) (A fin de conocerle, p. 360).