Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la
descarriada, vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la
débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las
apacentaré con justicia.
Ezequiel 34:16.
Puesto que la mente y el alma hallan expresión por
medio del cuerpo, tanto el vigor mental como el
espiritual dependen en gran parte de la fuerza y la
actividad físicas; todo lo que promueva la salud física,
promueve el desarrollo de una mente fuerte y un carácter
equilibrado. Sin salud, nadie puede comprender en forma
clara ni cumplir completamente sus obligaciones hacia sí
mismo, sus semejantes o su Creador. Debiera cuidarse,
por lo tanto, tan fielmente la salud como el carácter.
El conocimiento de la fisiología y la higiene debería
ser la base de todo esfuerzo educativo.
Aunque está muy difundido el conocimiento de la
fisiología, se nota una alarmante indiferencia hacia los
principios higiénicos. Aun entre los que conocen esos
principios, pocos... los ponen en práctica. Se sigue muy
ciegamente el impulso o la inclinación, como si la vida
fuera regida por la mera casualidad más bien que por
leyes definidas e invariables.
La juventud, que está en la frescura y el vigor de la
vida, se percata poco del valor de su abundante energía.
¡Con cuánta ligereza considera un tesoro más precioso
que el oro, más esencial para el progreso que el saber,
la alcurnia o las riquezas! ¡Con qué precipitación lo
despilfarra! ¡Cuántos hay que, habiendo sacrificado la
salud en la lucha por obtener riquezas o poder, cuando
están a punto de lograr el objeto de su deseo, caen
impotentes, mientras otro, poseedor de una resistencia
física superior, se apropia del anhelado premio!
¡Cuántos son los que, a causa de condiciones morbosas,
consecuencia del descuido de las leyes de la higiene,
han adquirido malas costumbres, y han sacrificado toda
esperanza para este mundo y el venidero!
Al estudiar fisiología debería enseñarse a los
alumnos a apreciar el valor de la energía física, y cómo
se la puede conservar y desarrollar para que contribuya
en el mayor grado posible al éxito en la gran lucha por
la vida.
Mediante lecciones sencillas y fáciles se debería
enseñar a los niños, desde sus primeros años, los
rudimentos de la fisiología y la higiene... Deberían
comprender la importancia que tiene el evitar las
enfermedades mediante la conservación del vigor de cada
órgano, y también se les debería enseñar a actuar en
caso de enfermedades comunes y accidentes. En toda
escuela se debería enseñar fisiología e higiene, y en
cuanto fuese posible se debería proveer material para
ilustrar la estructura del cuerpo, y su empleo y
cuidado.—La Educación, 195, 196.