Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí. Juan 5:39.
“Escudriñad las Escrituras”. Estas son palabras que nos vienen
de Cristo. Si fuera esencial que escudriñemos los escritos de
los Padres [de la iglesia], Cristo nos lo hubiera dicho. No
todos los Padres dicen lo mismo. ¿A cuál de ellos escogeremos
como guía? No necesitamos confiar en algo incierto. Podemos
dejar de lado a los Padres y aprender acerca de Dios en su
Palabra. Esta es la vida eterna, conocer a Dios ¡Oh, cuán
agradecidos debiéramos sentirnos de que la Biblia es la
inspirada Palabra de Dios! Los santos hombres de antaño
escribieron esta Palabra impulsados por el Espíritu. Dios no
dejó su Palabra librada a la memoria de los hombres para que
éstos la comunicaran de generación a generación mediante la
transmisión oral y el desarrollo de la tradición. Si lo hubiera
hecho así, gradualmente la Palabra hubiera tenido añadiduras
humanas. Se habría requerido que recibiéramos lo que no es
inspirado. Agradezcamos a Dios por su Palabra escrita.
No todos los comentarios escritos acerca de la Palabra de Dios
coinciden. A menudo se contradicen. Dios no pide que nos guiemos
por ellos, sino por su Palabra. Todos pueden investigar esta
Palabra por sí mismos. Pueden saber que la enseñanza de este
Libro precioso es invariable. Las opiniones de los seres humanos
difieren, pero la Biblia siempre dice lo mismo. La Palabra de
Dios es desde el siglo y hasta el siglo.
La Biblia no fue dada solamente para los pastores y eruditos.
Cada hombre, mujer y niño debiera leer las Escrituras por sí
mismo. No dependan del ministro para que él las lea. La Biblia
es la Palabra de Dios para ustedes. El hombre pobre la
necesita tanto como el rico, el analfabeto tanto como el
erudito. Cristo hizo tan sencilla esta Palabra, que al leerla
nadie tiene por qué tropezar. Lea y comprenda el humilde morador
de la choza la Palabra dada por el más sabio de los maestros que
el mundo ha conocido alguna vez, y no habrá alguien más grande
que él entre los reyes, gobernantes, estadistas y los hombres
más altamente educados del mundo...
Escudriñar significa buscar diligentemente alguna cosa que está
perdida. Investiguen por ustedes mismos para hallar el tesoro
escondido. No dejen esta obra al pastor. No pueden permitirse
ser ignorantes en la Palabra de Dios. Estudien los pasajes
difíciles, comparando versículo con versículo, y encontrarán que
la Escritura es la llave que abre la Escritura. Los que estudian
las Escrituras con oración salen de ese estudio siendo más
sabios que cuando abrieron la Biblia.—Manuscrito 12, del 7 de
febrero de 1901, “El Agua viviente”.*