No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres. Velad debidamente, y no pequéis. 1 Corintios 15:33,
34.
¡Despierten, hermanos y hermanas, despierten! Proclamen el
Evangelio en su sencillez. Escuchen lo que dice la Escritura
como si de ello dependieran sus vidas. Es de la mayor
importancia que escuchen correctamente, que purifiquen sus
corazones del egoísmo, porque está en juego su bienestar eterno.
¿Están buscando la Perla de gran precio? ¿Se están precaviendo
contra los engaños de Satanás? ¿O están listos para recibir las
sugerencias de los que se han apartado de la fe, y dar oídos a
espíritus seductores? La salvación de ustedes depende de su
correcta manera de oír, y de recibir con humildad la Palabra
injertada.
¿Se reconciliarán con Dios y obedecerán sus mandamientos, a fin
de que puedan ser santificados en cuerpo, alma y espíritu? Han
sido comprados por precio, por la muerte del unigénito Hijo de
Dios. Sus corazones siguen latiendo. De esa pulsación depende su
vida. Su latido es independiente de la voluntad de ustedes.
Comen y duermen con indiferencia negligente. Pero el cuidado
protector de Dios sobre ustedes es incesante. Controla el flujo
y reflujo de la corriente vital. ¿Dónde está la gratitud que
debiera levantarse de los labios humanos por su cuidado
sustentador? ¿Dónde está el reconocimiento por su incesante
desvelo?...
¡Despierten, despierten! Abandonen el orgullo y olviden su
postura de indiferencia. Para ustedes, el tiempo de prueba ha
llegado y deben tomar posiciones con Cristo o contra El. ¿De qué
lado están? ¿Con el mundo o con Cristo? ¿Están recibiendo la
verdad y preparándose para hablar en sazón a fin de atraer la
atención de los descuidados e indiferentes? Dios demanda
decididos cambios de actitud. La verdad que poseen es la Palabra
del Dios viviente. ¿Qué están haciendo para cumplir con las
demandas del Evangelio? ¿Es su mayor deseo conocer la voluntad
de Aquel que se dio a sí mismo por ustedes en abnegación y
sacrificio, a fin de que puedan llegar a ser hijos e hijas de
Dios? ¿Están buscando despertar a las almas para que se
interesen en las realidades eternas?
Ahora es el momento en que ustedes deben aprender cómo trabajar
fervorosa e inteligentemente en favor de la salvación de los que
están a punto de perecer. No entren en componendas con los
poderes de las tinieblas. Sepan cuáles son las demandas de la
ley de Dios y obedézcanlas de corazón. Entonces sus vidas
relucirán en medio de las tinieblas espirituales del
mundo.—Carta 32, del 5 de febrero de 1907, dirigida a los
miembros de iglesia en Melbourne, Australia, y sus alrededores.*
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