En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he
socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el
día de salvación. 2 Corintios 6:2.
¡Cuán agradecidos debiéramos estar de que todavía no sea
demasiado tarde para corregir las equivocaciones! Es nuestro
solemne deber revelar el amor a Dios no solamente en nuestras
palabras sino también en hechos y en verdad.
En este tiempo, Dios llama a obreros capaces, dispuestos a
permanecer del lado del Obrero principal. Debemos tener la
verdad en el corazón y amor por Cristo. “Si alguno quiere venir
en pos de mí”, dice El, “niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame”. Marcos 8:34. Cada uno tiene una obra individual que
realizar en negarse a sí mismo y obrar su propia salvación con
temor y temblor...
Toda alma que se coloca del lado de Cristo será tentada con todo
el poder de la influencia seductora de Satanás. La gracia de
Dios puede renovar su corazón, fortificarlo para enfrentar la
tentación, y darle el anhelo ferviente de tener el Espíritu
Santo. Puede limpiarlo en la sangre del Cordero. Su alma y la de
su familia valen más que todas las ganancias de este mundo.
Necesita que la vida espiritual de la Palabra de Dios se renueve
día a día en Ud. Necesita caminar humildemente con Dios...
Pronto será vindicada la justicia de Dios delante del Universo.
Su justicia requiere que el pecado sea castigado; pero su
misericordia hace posible que éste sea perdonado mediante el
arrepentimiento y la confesión. El perdón puede obtenerse
solamente por medio de su Hijo unigénito; sólo Cristo puede
expiar el pecado, y únicamente cuando el pecador se arrepiente y
lo abandona. El hombre cortó su conexión con Dios y su alma
quedó paralizada y débil por el veneno mortal del pecado. Pero
hubo un tiempo cuando se proclamó en las cortes celestiales: ¡He
encontrado la redención! Se dio una vida divina como rescate por
el hombre; Uno igual al Padre llegó a ser el sustituto del ser
humano.
Tan ingeniosos son los planes que Satanás coloca para engañar y
pervertir, que las mismas bendiciones que recibimos en la vida
espiritual pueden transformarse en lazos. Mediante el mismo
razonamiento falso por el cual engañó a Adán y Eva en el Jardín
del Edén, Satanás trata de cambiar las bendiciones que Dios nos
envía para nuestro bien, en trampas y en una maldición. Procura
inducir a los hombres a usar los dones de Dios como armas en
contra del Dador.
Dios dio a su Hijo unigénito a la raza humana para que el hombre
pudiera llegar a ser partícipe de la naturaleza divina mediante
la aceptación del remedio provisto para el pecado y permitiendo
que la gracia divina obre en su vida. El poder de la Divinidad
obrando en la humanidad puede colocar al hombre en una relación
correcta con Dios. El hombre caído que se aferra del poder
divino puesto a su alcance puede llegar a ser uno con Dios. La
vida eterna es una bendición que Cristo vino a dar al
mundo.—Carta 38, del 4 de febrero de 1907, dirigida a un ex
obrero que vacilaba durante la crisis del panteísmo en Battle
Creek.*
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