miércoles, 4 de febrero de 2015

Hoy es el día de salvación

En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. 2 Corintios 6:2.

¡Cuán agradecidos debiéramos estar de que todavía no sea demasiado tarde para corregir las equivocaciones! Es nuestro solemne deber revelar el amor a Dios no solamente en nuestras palabras sino también en hechos y en verdad.
En este tiempo, Dios llama a obreros capaces, dispuestos a permanecer del lado del Obrero principal. Debemos tener la verdad en el corazón y amor por Cristo. “Si alguno quiere venir en pos de mí”, dice El, “niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Marcos 8:34. Cada uno tiene una obra individual que realizar en negarse a sí mismo y obrar su propia salvación con temor y temblor...
Toda alma que se coloca del lado de Cristo será tentada con todo el poder de la influencia seductora de Satanás. La gracia de Dios puede renovar su corazón, fortificarlo para enfrentar la tentación, y darle el anhelo ferviente de tener el Espíritu Santo. Puede limpiarlo en la sangre del Cordero. Su alma y la de su familia valen más que todas las ganancias de este mundo. Necesita que la vida espiritual de la Palabra de Dios se renueve día a día en Ud. Necesita caminar humildemente con Dios...
Pronto será vindicada la justicia de Dios delante del Universo. Su justicia requiere que el pecado sea castigado; pero su misericordia hace posible que éste sea perdonado mediante el arrepentimiento y la confesión. El perdón puede obtenerse solamente por medio de su Hijo unigénito; sólo Cristo puede expiar el pecado, y únicamente cuando el pecador se arrepiente y lo abandona. El hombre cortó su conexión con Dios y su alma quedó paralizada y débil por el veneno mortal del pecado. Pero hubo un tiempo cuando se proclamó en las cortes celestiales: ¡He encontrado la redención! Se dio una vida divina como rescate por el hombre; Uno igual al Padre llegó a ser el sustituto del ser humano.
Tan ingeniosos son los planes que Satanás coloca para engañar y pervertir, que las mismas bendiciones que recibimos en la vida espiritual pueden transformarse en lazos. Mediante el mismo razonamiento falso por el cual engañó a Adán y Eva en el Jardín del Edén, Satanás trata de cambiar las bendiciones que Dios nos envía para nuestro bien, en trampas y en una maldición. Procura inducir a los hombres a usar los dones de Dios como armas en contra del Dador.
Dios dio a su Hijo unigénito a la raza humana para que el hombre pudiera llegar a ser partícipe de la naturaleza divina mediante la aceptación del remedio provisto para el pecado y permitiendo que la gracia divina obre en su vida. El poder de la Divinidad obrando en la humanidad puede colocar al hombre en una relación correcta con Dios. El hombre caído que se aferra del poder divino puesto a su alcance puede llegar a ser uno con Dios. La vida eterna es una bendición que Cristo vino a dar al mundo.—Carta 38, del 4 de febrero de 1907, dirigida a un ex obrero que vacilaba durante la crisis del panteísmo en Battle Creek.*

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