sábado, 7 de febrero de 2015

La Biblia: la palabra de Dios para usted

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Juan 5:39.
“Escudriñad las Escrituras”. Estas son palabras que nos vienen de Cristo. Si fuera esencial que escudriñemos los escritos de los Padres [de la iglesia], Cristo nos lo hubiera dicho. No todos los Padres dicen lo mismo. ¿A cuál de ellos escogeremos como guía? No necesitamos confiar en algo incierto. Podemos dejar de lado a los Padres y aprender acerca de Dios en su Palabra. Esta es la vida eterna, conocer a Dios ¡Oh, cuán agradecidos debiéramos sentirnos de que la Biblia es la inspirada Palabra de Dios! Los santos hombres de antaño escribieron esta Palabra impulsados por el Espíritu. Dios no dejó su Palabra librada a la memoria de los hombres para que éstos la comunicaran de generación a generación mediante la transmisión oral y el desarrollo de la tradición. Si lo hubiera hecho así, gradualmente la Palabra hubiera tenido añadiduras humanas. Se habría requerido que recibiéramos lo que no es inspirado. Agradezcamos a Dios por su Palabra escrita.
No todos los comentarios escritos acerca de la Palabra de Dios coinciden. A menudo se contradicen. Dios no pide que nos guiemos por ellos, sino por su Palabra. Todos pueden investigar esta Palabra por sí mismos. Pueden saber que la enseñanza de este Libro precioso es invariable. Las opiniones de los seres humanos difieren, pero la Biblia siempre dice lo mismo. La Palabra de Dios es desde el siglo y hasta el siglo.
La Biblia no fue dada solamente para los pastores y eruditos. Cada hombre, mujer y niño debiera leer las Escrituras por sí mismo. No dependan del ministro para que él las lea. La Biblia es la Palabra de Dios para ustedes. El hombre pobre la necesita tanto como el rico, el analfabeto tanto como el erudito. Cristo hizo tan sencilla esta Palabra, que al leerla nadie tiene por qué tropezar. Lea y comprenda el humilde morador de la choza la Palabra dada por el más sabio de los maestros que el mundo ha conocido alguna vez, y no habrá alguien más grande que él entre los reyes, gobernantes, estadistas y los hombres más altamente educados del mundo...
Escudriñar significa buscar diligentemente alguna cosa que está perdida. Investiguen por ustedes mismos para hallar el tesoro escondido. No dejen esta obra al pastor. No pueden permitirse ser ignorantes en la Palabra de Dios. Estudien los pasajes difíciles, comparando versículo con versículo, y encontrarán que la Escritura es la llave que abre la Escritura. Los que estudian las Escrituras con oración salen de ese estudio siendo más sabios que cuando abrieron la Biblia.—Manuscrito 12, del 7 de febrero de 1901, “El Agua viviente”.*

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