Cómo considerar las cosas
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8.
Mientras Satanás tenga poder de trabajar en las mentes humanas que no se han protegido con el Espíritu Santo, habrá un severo y enconado conflicto entre el bien y el mal, y el mal se manifestará aun entre aquellos que pretenden ser los hijos de Dios.
No hay razón para que fijemos nuestra vista sobre el error, para quejarnos y afligirnos, y perder oportunidades y un tiempo precioso lamentando las faltas de los demás. ... ¿No sería más placentero para nosotros si fuéramos más imparciales, y viéramos cuántas almas sirven a Dios, y resisten la tentación y lo glorifican y honran con sus facultades y el intelecto? ¿No sería mejor considerar el maravilloso poder de Dios que obra milagros en la transformación de los pobres y degradados pecadores que han estado llenos de contaminación moral, transformándolos de tal manera que llegan a ser semejantes a Cristo en su carácter?
Apartemos nuestra vista de la contemplación de las imperfecciones de aquellos que están en la iglesia, pero que no tienen la semejanza de Cristo. No se os hará responsables porque aquellos que hacen una elevada profesión no poseen virtudes correspondientes. Agradezcamos a Dios porque es nuestro privilegio apartar nuestros ojos de aquellos cristianos defectuosos, y contemplar a aquellos que son sinceramente devotos, obradores de la Palabra, y que en su diestra llevan la imagen de lo divino. Y sobre todas las cosas, agradezcamos a Dios porque es nuestro privilegio contemplar a Cristo, el modelo perfecto.
Todo lo que nos induzca a ver la debilidad de la humanidad, según el propósito de Dios debe servir para ayudarnos a contemplarlo a él, y en ningún caso a confiar en el hombre, o a hacer de la carne nuestro brazo. ... Nosotros estamos formados a la imagen de aquellos a quienes contemplamos. Entonces, ¡cuán importante es abrir nuestros corazones a las cosas que son verdaderas y amables y de buen nombre!—Carta 63, 1893.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8.
Mientras Satanás tenga poder de trabajar en las mentes humanas que no se han protegido con el Espíritu Santo, habrá un severo y enconado conflicto entre el bien y el mal, y el mal se manifestará aun entre aquellos que pretenden ser los hijos de Dios.
No hay razón para que fijemos nuestra vista sobre el error, para quejarnos y afligirnos, y perder oportunidades y un tiempo precioso lamentando las faltas de los demás. ... ¿No sería más placentero para nosotros si fuéramos más imparciales, y viéramos cuántas almas sirven a Dios, y resisten la tentación y lo glorifican y honran con sus facultades y el intelecto? ¿No sería mejor considerar el maravilloso poder de Dios que obra milagros en la transformación de los pobres y degradados pecadores que han estado llenos de contaminación moral, transformándolos de tal manera que llegan a ser semejantes a Cristo en su carácter?
Apartemos nuestra vista de la contemplación de las imperfecciones de aquellos que están en la iglesia, pero que no tienen la semejanza de Cristo. No se os hará responsables porque aquellos que hacen una elevada profesión no poseen virtudes correspondientes. Agradezcamos a Dios porque es nuestro privilegio apartar nuestros ojos de aquellos cristianos defectuosos, y contemplar a aquellos que son sinceramente devotos, obradores de la Palabra, y que en su diestra llevan la imagen de lo divino. Y sobre todas las cosas, agradezcamos a Dios porque es nuestro privilegio contemplar a Cristo, el modelo perfecto.
Todo lo que nos induzca a ver la debilidad de la humanidad, según el propósito de Dios debe servir para ayudarnos a contemplarlo a él, y en ningún caso a confiar en el hombre, o a hacer de la carne nuestro brazo. ... Nosotros estamos formados a la imagen de aquellos a quienes contemplamos. Entonces, ¡cuán importante es abrir nuestros corazones a las cosas que son verdaderas y amables y de buen nombre!—Carta 63, 1893.
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