Una señal de femineidad cristiana
El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios. 1 Pedro 3:3, 4.
Los que aman la moda pueden pretender ser seguidores de Cristo, pero sus vestidos y conducta demuestran qué ocupa la mente y retiene los afectos. La apariencia externa es un índice de lo que hay en el corazón. El verdadero refinamiento no encuentra satisfacción en el adorno del cuerpo para la ostentación. Una mujer modesta y piadosa se vestirá modestamente. La sencillez del vestido siempre hace aparecer con ventaja a una mujer prudente. En la elección de los vestidos simples y adecuados se manifestará una mente refinada y cultivada. En el corazón santificado no hay lugar para los pensamientos en adornos innecesarios.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 93.
Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá la felicidad de todos los que nos rodean en esta vida, y resplandecerá con lustre inmarcesible en el futuro inmortal. Es el adorno de un espíritu manso y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío más rico.—Joyas de los Testimonios 1:598.
El adorno interior de un espíritu manso y pacífico es inestimable. En la vida del verdadero cristiano el adorno exterior estará siempre en armonía con la paz y la santidad interiores. ... La abnegación y el sacrificio caracterizarán la vida del cristiano. ... Una evidencia de que el gusto se convirtió, se verá en el vestuario de todos los que caminen en el camino preparado para los redimidos del Señor.
Es correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero amemos y busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún adorno exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel “espíritu agradable y pacífico”, el “lino finísimo, blanco y limpio” (Apocalipsis 19:14) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas nos harán hermosos y deseables aquí, y en el futuro serán un distintivo de admisión al palacio del Rey. Su promesa es: “Y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos”. Apocalipsis 3:4.—Los Hechos de los Apóstoles, 376.
El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios. 1 Pedro 3:3, 4.
Los que aman la moda pueden pretender ser seguidores de Cristo, pero sus vestidos y conducta demuestran qué ocupa la mente y retiene los afectos. La apariencia externa es un índice de lo que hay en el corazón. El verdadero refinamiento no encuentra satisfacción en el adorno del cuerpo para la ostentación. Una mujer modesta y piadosa se vestirá modestamente. La sencillez del vestido siempre hace aparecer con ventaja a una mujer prudente. En la elección de los vestidos simples y adecuados se manifestará una mente refinada y cultivada. En el corazón santificado no hay lugar para los pensamientos en adornos innecesarios.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 93.
Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá la felicidad de todos los que nos rodean en esta vida, y resplandecerá con lustre inmarcesible en el futuro inmortal. Es el adorno de un espíritu manso y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío más rico.—Joyas de los Testimonios 1:598.
El adorno interior de un espíritu manso y pacífico es inestimable. En la vida del verdadero cristiano el adorno exterior estará siempre en armonía con la paz y la santidad interiores. ... La abnegación y el sacrificio caracterizarán la vida del cristiano. ... Una evidencia de que el gusto se convirtió, se verá en el vestuario de todos los que caminen en el camino preparado para los redimidos del Señor.
Es correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero amemos y busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún adorno exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel “espíritu agradable y pacífico”, el “lino finísimo, blanco y limpio” (Apocalipsis 19:14) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas nos harán hermosos y deseables aquí, y en el futuro serán un distintivo de admisión al palacio del Rey. Su promesa es: “Y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos”. Apocalipsis 3:4.—Los Hechos de los Apóstoles, 376.
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