Cuando las iglesias lleguen a ser iglesias vivientes y laboriosas, se les dará el Espíritu Santo en respuesta a su sincero pedido [...]. Entonces se abrirán las ventanas del cielo para los aguaceros de la lluvia tardía.—The Review and Herald, 25 de febrero de 1890.
El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ilumina toda la tierra con su gloria, no acontecerá hasta que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos hayamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu; pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios.—Servicio Cristiano Eficaz, 314 (1896). Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones providenciales del Señor de los ejércitos.—Joyas de los Testimonios 3:308 (1909).
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