¿Se ven estos movimientos entre nuestros Conquistadores inspirados por el Espíritu Santo? ¿Se revela el Espíritu de Dios a través de tales métodos? ¿O nuestros jóvenes de hoy, gracias a la ausencia de un liderazgo, tienen un problema mucho más grave? ¿Están obrando entre nosotros demonios o “ángeles malignos en forma de creyentes” (Mensajes Selectos, vol. 3, pág. 410)?
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