A mis hermanos de Europa:
Tengo
que deciros algo. El tiempo ha llegado para realizar grandes cosas en
Europa. Una obra grande, semejante a la que se ha hecho en los Estados
Unidos, puede ser hecha en Europa. Estableced sanatorios y restaurantes
higiénicos. Haced brillar la luz de la verdad presente por medio de la
página impresa. Sea proseguida la traducción de nuestros libros. Me fué
mostrado que en diferentes países de Europa se encenderán luces en
muchas localidades.
Hay
muchos lugares donde la obra del Señor no está representada como
debiera verse. Se necesita ayuda en Italia, en Francia, en Escocia y en
muchos otros países. Una obra más amplia debiera hacerse en esos
lugares. Se necesitan obreros. Hay talentos entre los hijos de Dios en
Europa, y el Señor desea que esos talentos sean empleados para
establecer en toda Gran Bretaña y el continente, centros desde los
cuales la luz de la verdad pueda resplandecer.
Hay
una obra que hacer en Escandinavia. Dios es tan deseoso de obrar por
medio de los creyentes escandinavos como con los americanos.
Hermanos
míos, permaneced cerca del Señor Dios de los ejércitos. Sea él vuestro
temor y pavor. El tiempo de extender su obra ha llegado. Tiempos de
disturbios están delante de nosotros, pero si permanecemos unidos en los
sentimientos de fraternidad cristiana, sin que nadie busque la
preponderancia, Dios trabajará poderosamente en nuestro favor.
Estemos
llenos de esperanza y de valor. El desánimo en el servicio del Señor es
irracional y pecaminoso. Dios conoce cada una de nuestras necesidades.
El posee la omnipotencia.
Puede conceder a sus siervos la medida de eficiencia que necesitan
según su situación. Su amor infinito y su compasión no se cansan nunca. A
la majestad de la omnipotencia, él une la bondad y la compasión de un
tierno pastor. No tenemos por qué temer que él no cumpla sus promesas.
El es la verdad eterna. Jamás cambiará la alianza que ha concertado con
aquellos a quienes ama. Las promesas que ha hecho a la iglesia son
inquebrantables. Hará de ella un ornamento para siempre, un motivo de
gozo de generación en generación.
Estudiad el capítulo 41
de Isaías y procurad comprender todo su significado. “En los altos
abriré ríos, y fuentes en mitad de los llanos: tornaré el desierto en
estanques de aguas, y en manaderos de aguas la tierra seca. Daré en el
desierto cedros, espinos, arrayanes y olivas; pondré en la soledad
hayas, olmos, y álamos juntamente; porque vean y conozcan, y adviertan y
entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de
Israel lo crió.” Vers. 18-20.
El
que ha escogido a Cristo se ha unido a un poder que ninguna sabiduría
ni fuerza humana alguna puede quebrantar. “No temas, que yo soy contigo;
no desmayes que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. ... Porque yo
Jehová soy tu Dios, que te ase de tu mano derecha.” Isaías 41:10, 13.
“¿A
qué pues me haréis semejante, o seré asimilado? dice el Santo. Levantad
en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas: él saca por
cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal
es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh
Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino es escondido de Jehová, y de mi
Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo
es Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se
fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: mas los
que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:25-31.
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La
luz de la verdad ha de resplandecer hasta los confines de la tierra.
Una luz cada vez mayor resplandece con brillo celestial del rostro del
Redentor sobre sus representantes, para ser difundida en las tinieblas
de un mundo sumido en la noche. Como colaboradores suyos, oremos por la
santificación de su Espíritu, para que podamos resplandecer con brillo
cada vez mayor.
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La
luz de la verdad para este tiempo está brillando ahora sobre los
gabinetes de los reyes. Se está llamando la atención de los estadistas a
la Biblia—el libro de los estatutos de las naciones—ellos están
comparando sus leyes nacionales con esos estatutos. Como representantes
de Cristo, no tenemos tiempo que perder. Nuestros esfuerzos no deben
limitarse a unos pocos lugares donde la luz ha llegado a ser tan
abundante que ya no se aprecia. El mensaje evangélico debe ser
proclamado a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos.
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