En nuestra escuela de Avondale, cerca de Cooranbong, en Australia, hubo que tomar una decisión en cuanto al trabajo en domingo. Parecía que la red se estaba cerrando sobre nosotros hasta el punto de que pronto no podríamos trabajar en dicho día. Nuestra escuela estaba situada en el interior de los bosques, lejos de todo pueblo o estación de ferrocarril. Nadie vivía tan cerca de nosotros que fuese molestado por lo que pudiéramos hacer. Sin embargo, se nos vigilaba. Se instaba a las autoridades a inspeccionar nuestra propiedad, y ellas vinieron. Habrían podido observar muchas cosas si hubiesen tenido la intención de perseguirnos; pero parecía que no hacían caso de los que trabajaban. Tenían una confianza tal en nuestra denominación, un respeto tan grande por nosotros y por lo que habíamos realizado en la región, que pensaron poder usar de confianza con nosotros.
Muchos reconocían el hecho de que toda la población circunvecina había sido enteramente transformada desde nuestra llegada. Una mujer que no guardaba el sábado me dijo: “Vd. no me creería si yo le dijese cuánto ha cambiado la gente de aquí desde que habéis venido a establecer una escuela y a celebrar esas pequeñas reuniones.” Así que, cuando nuestros hermanos fueron amenazados por la persecución y puestos en perplejidad para saber qué conducta debían seguir, les fué dado el mismo consejo que les fuera dado con anterioridad en cuanto a los juegos. Dije: “Dedicad el domingo a hacer trabajo misionero para Dios. Maestros, acompañad a vuestros alumnos. Llevadlos a la selva, [designamos así las regiones boscosas donde las viviendas están a veces distantes de dos a tres kilómetros una de otra], y visitad a la gente en sus hogares. Mostradle que os interesáis en su salvación.” Así obraron y el resultado fué que hicieron mucho bien, a sí mismos y a otros. La bendición divina reposó sobre ellos mientras escudriñaban las Escrituras con diligencia para aprender a presentar las verdades de la Palabra de manera que fuesen recibidas favorablemente.*****
Debemos hacer todo lo que podemos para eliminar el prejuicio que existe en muchas mentes contra nuestra obra y contra el día de reposo bíblico.
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Enseñemos a nuestro pueblo a conformar su conducta en todas las cosas a las leyes de su estado, siempre que puedan hacerlo sin oponerse a la ley de Dios.
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A veces el corazón de los perseguidores es susceptible de recibir impresiones divinas como lo era el corazón de Pablo antes de su conversión.
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