EL ENCANTO DE LAS NUEVAS TEORIAS
Toda clase de
fanatismo y teorías erróneas, que pretenden ser la verdad, serán introducidos en
el pueblo remanente de Dios. Llenarán las mentes con sentimientos erróneos que
no tienen parte en la verdad para este tiempo. Cualquier persona que, mediante
el poder de sus propias resoluciones, y por su propia fuerza intelectual unida
con la ciencia o un conocimiento supuesto, crea que podrá iniciar una obra que
conquistará el mundo, se encontrará entre las ruinas de sus propias
especulaciones, y comprenderá claramente por qué se encuentra allí...
Por la luz que el Señor me ha dado, puedo decir que se levantarán
hombres que hablarán cosas perversas. Sí, y ya han estado trabajando y hablando
cosas que Dios jamás ha revelado, y con ello han estado rebajando la verdad
sagrada al nivel de las cosas comunes. Se han publicado, y se seguirán
publicando, los sofismas presuntuosos de los hombres, y no se ha tomado en
cuenta la verdad. Las maquinaciones de las mentes humanas inventarán pruebas que
no son pruebas por ningún concepto, de manera que cuando la prueba auténtica sea
puesta de relieve, se la considere en idéntico nivel con las pruebas de factura
humana que no han tenido ningún valor. Podemos esperar que se echará mano de
cualquier cosa y que se lo mezclará con la doctrina verdadera; pero mediante un
lúcido discernimiento espiritual, con ayuda de la unción celestial, debemos
distinguir lo sagrado de lo profano que se está introduciendo para confundir la
fe y el sólido juicio, y para desacreditar la grandiosa verdad probatoria para
este tiempo...
Jamás hubo otra época como ésta, cuando la verdad haya
sufrido más por haber sido desfigurada, rebajada y desacreditada mediante las
perversas discusiones de los hombres. Hay quienes se han introducido con su masa
heterogénea de herejías que presentan como oráculos delante del pueblo. Y la
gente queda encantada con alguna cosa nueva y extraña, y no obra con sabiduría y
experiencia para discernir el carácter de las ideas que se le presentan como
algo valioso. Pero el hecho de atribuirles gran importancia y de relacionarlas
con los oráculos de Dios, no las convierte en verdad. ¡Oh, cómo constituye un
reproche esta situación por la baja norma de piedad que impera en las iglesias!
Hombres que desean presentar alguna cosa original ensamblarán cosas
nuevas y extrañas, y sin ninguna clase de miramientos avanzarán con esas
especulaciones inestables, que han sido entretejidas hasta darles la forma de
una teoría valiosa, para ofrecerlas como una cuestión de vida o muerte (Carta
136a, 1898).