Enseñad la fuente de la verdadera felicidad
Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella. Proverbios 22:6.
Por su descuido en ejercitar la debida restricción, muchos padres están creando una gran infelicidad para sus hijos. No son felices los jóvenes a quienes se les permite buscar constantemente placeres en la diversión o en la gratificación egoísta, y nunca podrán serlo mientras sigan esa conducta. Padres y madres, enseñad a vuestros hijos que la única manera de ser verdaderamente felices es amar y temer a Dios; y reforzad la lección mediante vuestro ejemplo. Hacedles ver que la paz de Cristo gobierna vuestro corazón, y que su amor llena vuestra vida.—The Signs of the Times, 7 de enero de 1889.
¿Consagraréis vosotros vuestros propios corazones a Dios para que podáis ejercer una influencia santificadora en vuestros hijos? ¿Los alejaréis de los pecados y los pecadores, y mediante una fe viva los relacionaréis con Dios? Debiera ser la obra de cada padre cultivar todo lo que es bueno, y justo, y noble en sus hijos. Es su deber corregir sus faltas y restringir su indocilidad.
Haced que la Palabra de Dios sea una guía en la educación de vuestros hijos, teniendo en cuenta siempre lo que será para su bien futuro. ... La madre debe impartir a sus hijas una educación que sea inestimable, preparándolas para que cumplan su parte en las tareas de la familia. El padre debe darle a sus hijos un capital de más valor que el oro o las tierras, al enseñarles a amar el trabajo útil, en lugar de enseñarles a buscar la felicidad en las diversiones o disipaciones inútiles. Padres, ahora es el tiempo cuando debéis desarrollar en vuestros hijos hábitos de trabajo, de confianza propia, de autocontrol; a cultivar la economía y el tacto en los negocios. Ahora es tiempo para enseñarles la cortesía y la benevolencia hacia sus semejantes, y la reverencia y el amor hacia Dios.
El hogar debiera ser el lugar más alegre y atractivo de la tierra; y debiera hacérselo así mediante las palabras agradables y los actos bondadosos, y a la base de todo debe estar una firme adhesión a la rectitud.
No retengamos nada de Aquel que dió su preciosa vida por nosotros. Padres y madres, llevadle vuestros hijos, en la frescura y la flor de la juventud, y dedicadlos a su servicio.—Ibid.
Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella. Proverbios 22:6.
Por su descuido en ejercitar la debida restricción, muchos padres están creando una gran infelicidad para sus hijos. No son felices los jóvenes a quienes se les permite buscar constantemente placeres en la diversión o en la gratificación egoísta, y nunca podrán serlo mientras sigan esa conducta. Padres y madres, enseñad a vuestros hijos que la única manera de ser verdaderamente felices es amar y temer a Dios; y reforzad la lección mediante vuestro ejemplo. Hacedles ver que la paz de Cristo gobierna vuestro corazón, y que su amor llena vuestra vida.—The Signs of the Times, 7 de enero de 1889.
¿Consagraréis vosotros vuestros propios corazones a Dios para que podáis ejercer una influencia santificadora en vuestros hijos? ¿Los alejaréis de los pecados y los pecadores, y mediante una fe viva los relacionaréis con Dios? Debiera ser la obra de cada padre cultivar todo lo que es bueno, y justo, y noble en sus hijos. Es su deber corregir sus faltas y restringir su indocilidad.
Haced que la Palabra de Dios sea una guía en la educación de vuestros hijos, teniendo en cuenta siempre lo que será para su bien futuro. ... La madre debe impartir a sus hijas una educación que sea inestimable, preparándolas para que cumplan su parte en las tareas de la familia. El padre debe darle a sus hijos un capital de más valor que el oro o las tierras, al enseñarles a amar el trabajo útil, en lugar de enseñarles a buscar la felicidad en las diversiones o disipaciones inútiles. Padres, ahora es el tiempo cuando debéis desarrollar en vuestros hijos hábitos de trabajo, de confianza propia, de autocontrol; a cultivar la economía y el tacto en los negocios. Ahora es tiempo para enseñarles la cortesía y la benevolencia hacia sus semejantes, y la reverencia y el amor hacia Dios.
El hogar debiera ser el lugar más alegre y atractivo de la tierra; y debiera hacérselo así mediante las palabras agradables y los actos bondadosos, y a la base de todo debe estar una firme adhesión a la rectitud.
No retengamos nada de Aquel que dió su preciosa vida por nosotros. Padres y madres, llevadle vuestros hijos, en la frescura y la flor de la juventud, y dedicadlos a su servicio.—Ibid.
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