viernes, 20 de septiembre de 2013

EL ENCANTO DE LAS NUEVAS TEORIAS

EL ENCANTO DE LAS NUEVAS TEORIAS
Toda clase de fanatismo y teorías erróneas, que pretenden ser la verdad, serán introducidos en el pueblo remanente de Dios. Llenarán las mentes con sentimientos erróneos que no tienen parte en la verdad para este tiempo. Cualquier persona que, mediante el poder de sus propias resoluciones, y por su propia fuerza intelectual unida con la ciencia o un conocimiento supuesto, crea que podrá iniciar una obra que conquistará el mundo, se encontrará entre las ruinas de sus propias especulaciones, y comprenderá claramente por qué se encuentra allí...

Por la luz que el Señor me ha dado, puedo decir que se levantarán hombres que hablarán cosas perversas. Sí, y ya han estado trabajando y hablando cosas que Dios jamás ha revelado, y con ello han estado rebajando la verdad sagrada al nivel de las cosas comunes. Se han publicado, y se seguirán publicando, los sofismas presuntuosos de los hombres, y no se ha tomado en cuenta la verdad. Las maquinaciones de las mentes humanas inventarán pruebas que no son pruebas por ningún concepto, de manera que cuando la prueba auténtica sea puesta de relieve, se la considere en idéntico nivel con las pruebas de factura humana que no han tenido ningún valor. Podemos esperar que se echará mano de cualquier cosa y que se lo mezclará con la doctrina verdadera; pero mediante un lúcido discernimiento espiritual, con ayuda de la unción celestial, debemos distinguir lo sagrado de lo profano que se está introduciendo para confundir la fe y el sólido juicio, y para desacreditar la grandiosa verdad probatoria para este tiempo...

Jamás hubo otra época como ésta, cuando la verdad haya sufrido más por haber sido desfigurada, rebajada y desacreditada mediante las perversas discusiones de los hombres. Hay quienes se han introducido con su masa heterogénea de herejías que presentan como oráculos delante del pueblo. Y la gente queda encantada con alguna cosa nueva y extraña, y no obra con sabiduría y experiencia para discernir el carácter de las ideas que se le presentan como algo valioso. Pero el hecho de atribuirles gran importancia y de relacionarlas con los oráculos de Dios, no las convierte en verdad. ¡Oh, cómo constituye un reproche esta situación por la baja norma de piedad que impera en las iglesias!

Hombres que desean presentar alguna cosa original ensamblarán cosas nuevas y extrañas, y sin ninguna clase de miramientos avanzarán con esas especulaciones inestables, que han sido entretejidas hasta darles la forma de una teoría valiosa, para ofrecerlas como una cuestión de vida o muerte (Carta 136a, 1898).

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