La
 visita del Papa a Turquía perseguía un doble objetivo: fomentar la 
comprensión mutua con el Islam “moderado” y avanzar la agenda ecuménica 
con Constantinopla.
La visita del Papa Francisco a Turquía (28-30 Noviembre 2014) fue 
significativa por varias razones. Las dos más destacadas conciernen a la
 habilidad de la Iglesia Católico Romana para comprometerse al 
“diálogo”: esto es, diálogo con el Islam y diálogo con el Patriarca de 
Constantinopla.
 
El primero tiene la forma de un diálogo inter-religioso y el último es 
principalmente una expresión de ecumenismo. Turquía es el umbral del 
mundo musulmán. El país es fronterizo con Siria e Irak, lugares donde el
 fundamentalismo islámico amenaza la pura supervivencia de las 
comunidades cristianas locales. Turquía es también la sede histórica de 
la “segunda Roma”, es decir, Constantinopla, un centro influyente de la 
Ortodoxia Oriental. El objetivo de la visita era, por lo tanto, doble: 
fomentar la comprensión mutua con el Islam “moderado” y avanzar la 
agenda ecuménica con Constantinopla.
VUESTRAS PLEGARIAS POR MÍ
El Papa Francisco tuvo varias reuniones con distintos líderes 
musulmanes. En cada una de ellas hizo hincapié en los aspectos comunes 
entre los cristianos y los musulmanes en cuanto todos adoraban al Dios 
Todomisericordioso, tenían a Abraham como padre, practicaban el rezo, la
 limosna y el ayuno y compartían un sentido religioso de la vida que es 
fundamental para la dignidad humana y la fraternidad. Al dirigirse a los
 musulmanes, el Papa utilizó el lenguaje de la fraternidad y se centró 
en lo que tenían en común. El mismo enfoque usó en Turquía.
Un elemento interesante aunque sea llamativo surgió a medida que hablaba
 en el Departamento de Asuntos Religiosos de Ankara el día 28 de 
Noviembre [1]. Después de referirse a los temas comunes que ya hemos 
mencionado, dijo: “Agradezco también a todos vosotros vuestra presencia y
 vuestras plegarias las cuales, con vuestra bondad, ofrecéis por mí y mi
 ministerio”. El Papa Francisco está acostumbrado a pedir oraciones para
 él y dar gracias a las personas que oran por él. Pero en este caso 
estaba hablando a los musulmanes y, no obstante, les agradeció sus rezos
 por él. Parece que en este caso fue más allá de subrayar simplemente 
los aspectos comunes en teología y espiritualidad elementales. Llegó al 
extremo de reconocer las oraciones islámicas como legítimas e incluso 
como actos útiles de intercesión. ¿Debe un cristiano agradecer a los 
musulmanes sus plegarias? ¿Son estas oraciones aceptadas por Dios? ¿No 
será que el Papa injustificadamente ensanchó la teología inter-fe que 
asume que todas las plegarias son agradables a Dios y contestadas por 
El? ¿No enturbió más la distinción entre la fe cristiana y la religión 
musulmana al dar a entender que los cristianos y los musulmanes pueden 
orar unos por otros como si Dios aceptara sus oraciones respectivas tal 
como son?
DE NUEVO AL PRIMER MILENIO
El otro centro de interés de la visita era reforzar las relaciones 
ecuménicas con el Patriarca de Constantinopla. Según los principios del 
ecumenismo católico romano, las iglesias ortodoxas orientales están 
cerradas a la “plena comunión” con Roma porque ellos profesan la misma 
fe apostólica, celebran la misma Eucaristía y han mantenido la sucesión 
apostólica en su sacerdocio, pero desde un punto de vista teológico, el 
papel del papado es la única imperfección que les impide la comunión 
completa. El cargo papal, de la forma en que se ha desarrollado después 
del cisma de 1054 d.C., hace que las iglesias ortodoxas estén poco 
dispuestas a aceptar la supremacía del Papa Romano tal y como está. En 
su opinión, ciertos aspectos monárquicos del ministerio petrino que 
fueron introducidos en el segundo milenio (p.e. la infalibilidad del 
Papa cuando habla ex cátedra) van contra el principio de colegialidad de
 la eclesiología ortodoxa.
Siendo consciente de estas complejidades y aún queriendo promover un 
progreso ecuménico, el Papa Francisco dijo que estaba dispuesto a 
considerar una forma de avanzar: la Iglesia Romana está abierta a 
conceder que, con el fin de entrar en plena comunión con Roma, las 
iglesias ortodoxas deben aceptar el cargo Papal tal como era entendido y
 practicado en el Primer Milenio cuando la Iglesia “no estaba todavía 
dividida”. Esta idea no es nueva -incluso Joseph Ratzinger estaba a 
favor de la misma- pero es importante que Francisco la haga suya. Parece
 que la manera de avanzar es ir primero hacia atrás. La Iglesia Romana 
está dispuesta a ejercer su catolicidad, o sea, ser lo suficientemente 
flexible para acomodarse a un punto de vista diferente, mientras 
mantiene su perspectiva distintiva sin renunciar a nada. Esta sugerencia
 tiene que resolverse histórica y teológicamente. ¿Cuáles fueron 
exactamente las formas del papado en el Primer Milenio? ¿Cómo pueden 
llevarse a cabo después de tantos siglos? ¿Cómo puede una institución 
como el Papado que la Iglesia Romana la declara con dogma (esto es, la 
infalibilidad) ser diluida por cristianos no católicos? ¿Cómo puede uno 
ser cum Petro (con Pedro) sin ser sub Petro (bajo Pedro)?
Si bien los teólogos ecuménicos tienen algunos deberes aún por hacer, 
está garantizado un comentario final. Al fin y al cabo la Reforma 
Protestante fue un clamor para regresar a la Palabra de Dios escrita, 
¡es decir, Sola Escritura! Al hacer un llamamiento para una nueva época 
bajo las reglas del Jesucristo de la Biblia, la Reforma hizo señales a 
la iglesia para redescubrir las Escrituras y volver a someterse a las 
mismas. De nuevo a la Palabra era una forma de decir: ¡Volved a 
Jesucristo, volved al Evangelio! La Iglesia Católica del siglo XVI no 
estaba, sin embargo, dispuesta a recibir este reto y quería un camino 
para avanzar sin pensar en la necesidad de ir hacia atrás. El Concilio 
de Trento (1545-1563) imaginó una renovación sin reforma, un camino 
hacia adelante sin tener que ir hacia atrás. Ahora, Roma está preparada 
para volver al Primer Milenio y aceptar completamente las iglesias 
ortodoxas orientales. ¿Por qué no ir un poco más lejos que el Primer 
Milenio? Un retorno a la Sola Escritura sería un verdadero punto de 
partida para un avance muy necesario.