lunes, 5 de enero de 2015

Turquía, puerta al diálogo interreligioso y al ecumenismo


La visita del Papa a Turquía perseguía un doble objetivo: fomentar la comprensión mutua con el Islam “moderado” y avanzar la agenda ecuménica con Constantinopla.

La visita del Papa Francisco a Turquía (28-30 Noviembre 2014) fue significativa por varias razones. Las dos más destacadas conciernen a la habilidad de la Iglesia Católico Romana para comprometerse al “diálogo”: esto es, diálogo con el Islam y diálogo con el Patriarca de Constantinopla.
El primero tiene la forma de un diálogo inter-religioso y el último es principalmente una expresión de ecumenismo. Turquía es el umbral del mundo musulmán. El país es fronterizo con Siria e Irak, lugares donde el fundamentalismo islámico amenaza la pura supervivencia de las comunidades cristianas locales. Turquía es también la sede histórica de la “segunda Roma”, es decir, Constantinopla, un centro influyente de la Ortodoxia Oriental. El objetivo de la visita era, por lo tanto, doble: fomentar la comprensión mutua con el Islam “moderado” y avanzar la agenda ecuménica con Constantinopla.
VUESTRAS PLEGARIAS POR MÍ

El Papa Francisco tuvo varias reuniones con distintos líderes musulmanes. En cada una de ellas hizo hincapié en los aspectos comunes entre los cristianos y los musulmanes en cuanto todos adoraban al Dios Todomisericordioso, tenían a Abraham como padre, practicaban el rezo, la limosna y el ayuno y compartían un sentido religioso de la vida que es fundamental para la dignidad humana y la fraternidad. Al dirigirse a los musulmanes, el Papa utilizó el lenguaje de la fraternidad y se centró en lo que tenían en común. El mismo enfoque usó en Turquía.
Un elemento interesante aunque sea llamativo surgió a medida que hablaba en el Departamento de Asuntos Religiosos de Ankara el día 28 de Noviembre [1]. Después de referirse a los temas comunes que ya hemos mencionado, dijo: “Agradezco también a todos vosotros vuestra presencia y vuestras plegarias las cuales, con vuestra bondad, ofrecéis por mí y mi ministerio”. El Papa Francisco está acostumbrado a pedir oraciones para él y dar gracias a las personas que oran por él. Pero en este caso estaba hablando a los musulmanes y, no obstante, les agradeció sus rezos por él. Parece que en este caso fue más allá de subrayar simplemente los aspectos comunes en teología y espiritualidad elementales. Llegó al extremo de reconocer las oraciones islámicas como legítimas e incluso como actos útiles de intercesión. ¿Debe un cristiano agradecer a los musulmanes sus plegarias? ¿Son estas oraciones aceptadas por Dios? ¿No será que el Papa injustificadamente ensanchó la teología inter-fe que asume que todas las plegarias son agradables a Dios y contestadas por El? ¿No enturbió más la distinción entre la fe cristiana y la religión musulmana al dar a entender que los cristianos y los musulmanes pueden orar unos por otros como si Dios aceptara sus oraciones respectivas tal como son?
DE NUEVO AL PRIMER MILENIO

El otro centro de interés de la visita era reforzar las relaciones ecuménicas con el Patriarca de Constantinopla. Según los principios del ecumenismo católico romano, las iglesias ortodoxas orientales están cerradas a la “plena comunión” con Roma porque ellos profesan la misma fe apostólica, celebran la misma Eucaristía y han mantenido la sucesión apostólica en su sacerdocio, pero desde un punto de vista teológico, el papel del papado es la única imperfección que les impide la comunión completa. El cargo papal, de la forma en que se ha desarrollado después del cisma de 1054 d.C., hace que las iglesias ortodoxas estén poco dispuestas a aceptar la supremacía del Papa Romano tal y como está. En su opinión, ciertos aspectos monárquicos del ministerio petrino que fueron introducidos en el segundo milenio (p.e. la infalibilidad del Papa cuando habla ex cátedra) van contra el principio de colegialidad de la eclesiología ortodoxa.
Siendo consciente de estas complejidades y aún queriendo promover un progreso ecuménico, el Papa Francisco dijo que estaba dispuesto a considerar una forma de avanzar: la Iglesia Romana está abierta a conceder que, con el fin de entrar en plena comunión con Roma, las iglesias ortodoxas deben aceptar el cargo Papal tal como era entendido y practicado en el Primer Milenio cuando la Iglesia “no estaba todavía dividida”. Esta idea no es nueva -incluso Joseph Ratzinger estaba a favor de la misma- pero es importante que Francisco la haga suya. Parece que la manera de avanzar es ir primero hacia atrás. La Iglesia Romana está dispuesta a ejercer su catolicidad, o sea, ser lo suficientemente flexible para acomodarse a un punto de vista diferente, mientras mantiene su perspectiva distintiva sin renunciar a nada. Esta sugerencia tiene que resolverse histórica y teológicamente. ¿Cuáles fueron exactamente las formas del papado en el Primer Milenio? ¿Cómo pueden llevarse a cabo después de tantos siglos? ¿Cómo puede una institución como el Papado que la Iglesia Romana la declara con dogma (esto es, la infalibilidad) ser diluida por cristianos no católicos? ¿Cómo puede uno ser cum Petro (con Pedro) sin ser sub Petro (bajo Pedro)?
Si bien los teólogos ecuménicos tienen algunos deberes aún por hacer, está garantizado un comentario final. Al fin y al cabo la Reforma Protestante fue un clamor para regresar a la Palabra de Dios escrita, ¡es decir, Sola Escritura! Al hacer un llamamiento para una nueva época bajo las reglas del Jesucristo de la Biblia, la Reforma hizo señales a la iglesia para redescubrir las Escrituras y volver a someterse a las mismas. De nuevo a la Palabra era una forma de decir: ¡Volved a Jesucristo, volved al Evangelio! La Iglesia Católica del siglo XVI no estaba, sin embargo, dispuesta a recibir este reto y quería un camino para avanzar sin pensar en la necesidad de ir hacia atrás. El Concilio de Trento (1545-1563) imaginó una renovación sin reforma, un camino hacia adelante sin tener que ir hacia atrás. Ahora, Roma está preparada para volver al Primer Milenio y aceptar completamente las iglesias ortodoxas orientales. ¿Por qué no ir un poco más lejos que el Primer Milenio? Un retorno a la Sola Escritura sería un verdadero punto de partida para un avance muy necesario.

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