Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el
orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Mateo 6:20, 21.
Las especulaciones financieras son trampas de Satanás colocadas
para atrapar almas. En todas las transacciones financieras la
única salvaguardia del hombre es el amor y el temor de Dios. Se
ven en nuestro mundo de hoy las mismas prácticas deshonestas que
prevalecieron antes que el diluvio barriera la corrupción moral
de la tierra, y que también prevalecieron en Sodoma antes que el
fuego proveniente del cielo consumiera a sus malvados
habitantes. Satanás embarga las mentes de los hombres con
perspectivas ensoñadoras de grandes ganancias; y en su codicia,
los que ceden dicen cosas que son definidamente faltas de
veracidad. Dios y la verdad quedan olvidados...
Dios desea que sus siervos eviten toda especulación. Satanás
puede prepararles el camino haciendo que su primera inversión
resulte exitosa, pero, ¡oh! ¡cuán amargo será el resultado
final! Si el cristiano profeso tiene éxito en su primera
especulación, su ruina es casi segura. Se entra atropelladamente
en proyectos visionarios a medida que los que los proyectan los
presentan como empresas promisorias, que según ellos declaran,
pagarán con creces todo dinero invertido. De esta manera hombres
buenos resultan fascinados y engañados...
Los que conocen la verdad, en vez de meterse en especulaciones,
consigan un empleo firme y honesto mediante el cual puedan ganar
lo necesario en una forma que glorifique a Dios. Los que
estimulan la sed por la especulación extinguirán de esta forma
la luz que Dios ha dado para guiar rectamente sus pies. Al hacer
dinero fácilmente lo gastarán en forma imprudente, y su
prodigalidad llegará a ser su ruina. A fin de mantener sus
hábitos de indulgencia egoísta, deberán continuar ganando dinero
rápidamente. El esfuerzo por hacer dinero con rapidez suficiente
para cubrir sus despilfarros, atrae a muchos al infierno del
juego...
Mi oración a nuestro Padre celestial es: Señor, permite que la
luz clara resplandezca. La Palabra de Dios, cuando se estudia
cuidadosamente y con oración, mantiene a los hombres en un
correcto equilibrio. En ella encontramos claramente definido el
camino de Dios. Ninguno que escudriña con sinceridad la Palabra
andará en tinieblas. Pero no podemos arrojar a un lado la luz
que Dios envía y caminar al mismo tiempo en sus rayos. Para ser
realmente cristianos, debemos ser cristianos en todas las cosas,
revelando sus virtudes y haciendo sus obras. La verdad es
nuestra salvaguardia. Implantada en el corazón por el Espíritu
Santo, nos capacitará para ver claramente la diferencia entre lo
que es correcto y lo que es incorrecto.—Manuscrito 26a, 1890,
“Una advertencia contra la especulación financiera”.
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