Los predicadores populares no pueden resistir con éxito al espiritismo. No tienen nada con que proteger a sus rebaños de su influencia nefasta. Gran parte de los tristes resultados del espiritismo recaerá sobre los ministros de esta época, porque han pisoteado la verdad, y preferido las fábulas. El sermón que Satanás predicó a Eva con referencia a la inmortalidad del alma: “No moriréis,” lo han reiterado desde el púlpito, y la gente lo recibe como pura verdad bíblica. Tal es el fundamento del espiritismo. En ninguna parte enseña la Palabra de Dios que el hombre es inmortal. La inmortalidad es atributo de Dios únicamente, “quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1 Timoteo 6:16.
La Palabra de Dios, debidamente comprendida y aplicada, es una salvaguardia contra el espiritismo. La teoría de un infierno que arde eternamente, predicada desde el púlpito, y presentada constantemente a la gente, representa una injusticia para el carácter benevolente de Dios. Le presenta como el mayor tirano del universo. Este difundido dogma ha hecho volver a millares hacia el universalismo, la incredulidad y el ateísmo. La Palabra de Dios es clara. Es una recta cadena de verdad, y resultará un ancla para aquellos que estén dispuestos a recibirla, aun cuando hayan de sacrificar sus apreciadas fábulas. Ella los salvará de los terribles engaños de estos tiempos peligrosos. Satanás ha inducido a los predicadores de las diferentes iglesias a aferrarse tenazmente a sus errores populares, como indujo a los judíos a aferrarse en su ceguera a sus sacrificios y a crucificar a Cristo. El rechazamiento de la luz y la verdad deja a los hombres cautivos, sujetos a los engaños de Satanás. Cuanto mayor es la luz que rechazan, tanto mayor será el poder del engaño y de las tinieblas que los sobrecogerán. Me fué mostrado que el verdadero pueblo de Dios es la sal de la tierra y la luz del mundo. Dios requiere de él que progrese continuamente en el conocimiento de la verdad, y en el camino de santidad. Entonces comprenderá cómo llega Satanás y con la fuerza de Jesús, le resistirá. Satanás llamará en su ayuda legiones de sus ángeles para oponerse a los progresos hasta de un alma, y si posible fuese, la arrebataría de las manos de Cristo.
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