lunes, 31 de julio de 2023

Probada por la prosperidad


Me fué mostrado que ante Vd. se abrió el camino para que mejorasen sus condiciones de vida, y pudiese al fin obtener los recursos que pensaba usar con sabiduría para gloria de Dios. ¡Cuán ansiosamente miraba su ángel ministrador esa nueva prueba, para ver cómo la resistiría! Cuando llegaron los recursos a sus manos, vi cómo, gradual y casi imperceptiblemente, Vd. se separaba de Dios. Gastaba para su propia conveniencia los recursos que se le habían confiado, y se rodeaba de las comodidades de esta vida. Vi que los ángeles la miraban con anhelante tristeza, con el rostro medio desviado, pesarosos de abandonarla. Sin embargo, Vd. no advertía la presencia de ellos, y seguía su conducta sin acordarse de su ángel guardián.

En medio de la prosperidad, Vd. no llevó a cabo las resoluciones que había hecho en la adversidad. El engaño de las riquezas la separó de sus propósitos. Aumentaron sus preocupaciones y se extendió su influencia. Los afligidos, al recibir alivio de sus padecimientos, la glorificaban, y Vd. aprendió a amar las alabanzas de los pobres labios mortales. Vivía en una ciudad populosa, y pensó que para el éxito de sus negocios como asimismo para conservar su influencia, era necesario que cuanto la rodeaba estuviese de acuerdo con los mismos. Pero llevó las cosas al extremo. Se dejó guiar demasiado por las opiniones y juicios ajenos. Gastó recursos inútilmente tan sólo para satisfacer la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Se olvidó de que estaba manejando el dinero de su Señor. Cuando gastaba dinero sólo para estimular la vanidad, no consideraba que el ángel registrador anotaba acciones cuyo recuerdo la avergonzaría. El ángel dijo, señalándola: “Te glorificaste a ti misma, pero no me magnificaste.” Hasta se jactaba Vd. porque podía comprar esas cosas.

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