sábado, 18 de noviembre de 2023

La responsabilidad de los miembros de la iglesia


Amados hermanos: Así como los diferentes miembros del organismo humano se unen para formar el cuerpo entero y cada uno cumple su parte obedeciendo a la inteligencia que gobierna el todo, de la misma manera los miembros de la iglesia de Cristo deben estar unidos en un cuerpo simétrico, sujeto a la inteligencia santificada del conjunto. El progreso de la iglesia se retarda por la conducta errónea de sus miembros. El unirse con la iglesia, aunque es un acto importante y necesario, no lo hace a uno cristiano ni le asegura la salvación. No podemos asegurarnos el derecho al cielo por hacer registrar nuestro nombre en el libro de la iglesia mientras nuestro corazón quede enajenado de Cristo. Debemos ser sus fieles representantes en la tierra y trabajar al unísono con él. “Amados, ahora somos hijos de Dios.” 1 Juan 3:2. Debemos tener presente esta santa relación y no hacer nada que deshonre la causa de nuestro Padre. Lo que profesamos es muy exaltado. Como adventistas observadores del sábado, profesamos obedecer todos los mandamientos de Dios y esperar la venida de nuestro Redentor. Un solemnísimo mensaje de amonestación ha sido confiado a los pocos fieles de Dios. Debemos demostrar por nuestras palabras y obras que reconocemos la gran responsabilidad que se nos ha impuesto. Nuestra luz debe resplandecer tan claramente que los demás puedan ver que glorificamos al Padre en nuestra vida diaria, que estamos en relación con el cielo y somos coherederos con Cristo Jesús, para que cuando él aparezca con poder y grande gloria seamos como él. Todos debemos sentir nuestra responsabilidad individual como miembros de la iglesia visible y trabajadores en la viña del Señor. No debemos aguardar que nuestros hermanos, que son tan frágiles como nosotros, nos ayuden; porque nuestro precioso Salvador nos ha invitado a unirnos a él y a unir nuestra debilidad con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con su mérito. Ninguno de nosotros puede ocupar una posición neutral; nuestra influencia se ejercerá en pro o en contra de Jesús. Somos agentes activos de Cristo, o del enemigo. O recogemos con Jesús, o dispersamos. La verdadera conversión es un cambio radical. La misma tendencia de la mente y la inclinación del corazón serán desviadas, y la vida llegará a ser nueva en Cristo.

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