domingo, 18 de febrero de 2024

Todas las cosas pertenecen a Dios

Todo el bien que el hombre goza proviene de la misericordia de Dios. El es el grande y bondadoso Dador. Su amor se manifiesta a todos en la abundante provisión hecha para el hombre. Nos ha dado un tiempo de gracia en que formar un carácter para las cortes celestiales. Y si nos pide que reservemos una parte de nuestras posesiones para él, no es porque necesite algo.

El Señor creó todo árbol del Edén agradable para los ojos y bueno como alimento, e invitó a Adán y Eva a disfrutar libremente de sus bondades. Pero hizo una excepción. No debían comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios se reservó ese árbol como recuerdo constante de que era dueño de todo. Así les dió oportunidad de demostrar su fe y confianza obedeciendo perfectamente sus requerimientos. Así también sucede con las exigencias de Dios para con nosotros. Pone sus tesoros en las manos de los hombres, pero requiere que una décima parte sea puesta fielmente a un lado para su obra. Requiere que esta porción sea entregada a su tesorería. Ha de serle devuelta como propiedad suya; es sagrada y debe emplearse para fines sagrados, para el sostén de los que han de proclamar el mensaje de salvación en todas partes del mundo. Se reserva esta porción a fin de que siempre afluyan recursos a su tesorería y se pueda comunicar la luz de la verdad a los que están cerca y a los que están lejos. Obedeciendo fielmente este requerimiento, reconocemos que todo lo que tenemos pertenece a Dios.

 

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