jueves, 14 de marzo de 2024

Despiértense las iglesias

Pronto se realizarán cambios peculiares y rápidos, y el pueblo de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época y hasta donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cristo velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los movimientos del enemigo.

¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las cosas que quedan. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros mientras trabajáis por la salvación de las almas. Me dirijo a los miembros de las iglesias de toda asociación: Destacaos como separados y distintos del mundo, como personas que están en el mundo, pero que no son de él, y reflejad los brillantes rayos del Sol de justicia, siendo puros, santos y sin contaminación, y haciendo brillar con fe la luz en todos los caminos y vallados de la tierra. Despiértense las iglesias antes de que sea eternamente demasiado tarde. Asuma cada miembro su obra individual y vindique el nombre del Señor que lleva sobre sí. Que la fe sana y la ferviente piedad reemplacen la pereza y la incredulidad. Cuando la fe eche mano de Cristo, la verdad deleitará el alma y los servicios religiosos no serán áridos ni carentes de interés. Vuestras reuniones de testimonios, ahora tibias y sin aliento, serán vivificadas por el Espíritu Santo; y diariamente tendréis una rica experiencia mientras practiquéis el cristianismo que profesáis. Se convertirán los pecadores, serán conmovidos por la Palabra de verdad y dirán como dijeron algunos que escucharon las enseñanzas de Cristo: “Hemos visto y oído maravillas hoy.” En vista de lo que podría haberse hecho si la iglesia hubiese cumplido con las responsabilidades que Dios le diera, ¿seguirán durmiendo sus miembros o se despertarán y reconocerán el honor a ellos concedido por la misericordiosa providencia de Dios? ¿Asumirán su cometido hereditario y, valiéndose de la luz presente, sentirán la necesidad de levantarse para hacer frente a la urgente emergencia que ahora se presenta? ¡Ojalá que todos se despertasen y manifestasen al mundo que su fe es una fe viva, que aguarda al mundo una crisis vital y que Jesús vendrá pronto! Dejemos ver a los hombres que creemos estar en los deslindes del mundo eterno. La edificación del reino de Dios queda rezagada o fomentada de acuerdo con la infidelidad o la fidelidad de los agentes humanos. La obra queda estorbada cuando los agentes humanos no cooperan con los agentes divinos. Los hombres pueden orar: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra;” pero si en su vida no actúan de acuerdo con su oración, sus peticiones serán infructuosas. Pero aunque seamos débiles, sujetos a error y pecado, el Señor nos ofrece asociarnos con él. Nos invita a colocarnos bajo la instrucción divina. Uniéndonos con Cristo, podemos realizar las obras de Dios. “Sin mí—dijo Cristo—nada podéis hacer.” Por intermedio del profeta Isaías se nos hace esta promesa: “Irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” Isaías 58:8. Es la justicia de Cristo la que va delante de nosotros, y la gloria de Jehová ha de ser nuestra retaguardia. Miembros de las iglesias del Dios vivo, estudiad estas promesas, y considerad cómo vuestra falta de fe, de espiritualidad y de poder divino, impiden la llegada del reino de Dios. Si salierais para hacer la obra de Cristo, los ángeles de Dios abrirían el camino delante de vosotros, preparando los corazones para recibir el Evangelio. Si cada uno fuese un misionero vivo, el mensaje para este tiempo sería proclamado prestamente en todos los países, a todo pueblo, nación y lengua. Esta es la obra que debe ser hecha antes que venga Cristo con poder y grande gloria. Invito a la iglesia a orar fervorosamente para que pueda comprender sus responsabilidades. ¿Sois individualmente colaboradores de Dios? Si no, ¿por qué no lo sois? ¿Cuándo os proponéis hacer la obra que el cielo os ha señalado?

 

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