jueves, 7 de marzo de 2024

La familia como campo misionero


Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar. La educación de los jóvenes debe ser diferente de la que se les ha dado en lo pasado. El bienestar de ellos exige mayor labor que la que se les ha dedicado antes. No hay campo misionero más importante que éste. Por precepto y por ejemplo, los padres han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados. Debe enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde los primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin de que sean colaboradores con Dios.

Pero si han de saber alguna vez hacer obra misionera verdadera para los demás, deben aprender primero a trabajar por los de su casa, que tienen un derecho natural a su servicio de amor. Cada niño debe ser enseñado a cumplir su parte respectiva del trabajo necesario en el hogar. Nunca debiera avergonzarse de emplear sus manos para aliviar las cargas en la casa, o sus pies para hacer diligencias. Mientras esté así ocupado no entrará por sendas de negligencia y pecado. ¡Cuántas horas que los niños y los jóvenes despilfarran podrían ser dedicadas por ellos a llevar sobre sus fuertes hombros parte de las responsabilidades de la familia, que alguno debe llevar! Manifestarían así un amante interés en sus padres. Debe también arraigárselos en los principios de la reforma pro salud y el cuidado de su cuerpo. ¡Ojalá que los padres velasen con oración y cuidado por el bienestar eterno de sus hijos! Pregúntense: ¿Hemos sido negligentes? ¿Hemos descuidado esta obra solemne? ¿Hemos permitido que nuestros hijos llegasen a ser juguetes de las tentaciones de Satanás? ¿No tenemos que rendir una cuenta solemne ante Dios por haber permitido a nuestros hijos que empleasen sus talentos, su tiempo e influencia para obrar contra la verdad y contra Cristo? ¿No hemos descuidado nuestro deber como padres, y aumentado el número de los súbditos de Satanás? Muchos han descuidado vergonzosamente el campo del hogar, y es tiempo de que se presenten recursos y remedios divinos para corregir este mal. ¿Qué excusas pueden presentar los que profesan seguir a Cristo por descuidar de enseñar a sus hijos a trabajar por él? Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial. Los hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el plan de Dios, se cuentan entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra. Si los padres desean ver un diferente estado de cosas en sus familias, conságrense completamente a Dios ellos mismos y cooperen con él en la obra por la cual se pueda realizar una transformación en su familia. Cuando nuestras propias casas sean lo que deben ser, no dejaremos que nuestros hijos crezcan en la ociosidad y la indiferencia con respecto a lo que Dios les pide que hagan en favor de los necesitados que los rodean. Como herencia del Señor, estarán calificados para emprender la obra donde están. De tales hogares resplandecerá una luz que se revelará en favor de los ignorantes, conduciéndolos a la fuente de todo conocimiento. Ejercerán una poderosa influencia por Dios y su verdad.

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