viernes, 13 de diciembre de 2019

DEVOCIONAL NUESTRA ELEVADA VOCACION "Se asegura la victoria", 13 de diciembre


Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21. El Testigo Fiel ofrece ánimo para todos los que traten de andar en el camino de la obediencia humilde, a través de la fe en su nombre. El declara: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Estas son palabras de nuestro Sustituto y Garante. Aquel que es la Cabeza divina de la iglesia, el más poderoso de los conquistadores, señala a sus seguidores su vida, sus afanes, sus abnegaciones, sus luchas y sufrimientos, experimentados por el menosprecio, el rechazo, el ridículo, la burla, los insultos, la mofa, la falsedad hacia la senda del Calvario y el escenario de la crucifixión, a fin de que puedan llenarse de ánimo para avanzar hacia la meta en demanda del premio y la recompensa del vencedor. Se asegura la victoria a través de la fe y de la obediencia. Apliquemos las palabras de Cristo a nuestros propios casos individuales. ¿Somos pobres y ciegos y cuitados y miserables? Entonces busquemos el oro y los vestidos blancos que él nos ofrece. La obra de vencer no está restringida a la edad de los mártires. El conflicto es para nosotros en estos días de sutiles tentaciones a la mundanalidad, la seguridad propia, a la indulgencia del orgullo, a la codicia, a las falsas doctrinas, a la inmoralidad de la vida.—The Review and Herald, 24 de julio de 1888. Podemos vencer. Sí, plena y enteramente. Jesús murió para abrir una senda de escape para nosotros. Para que pudiéramos vencer cada falta, resistir a cada tentación, y finalmente sentarnos con él en su trono.—The Review and Herald, 4 de septiembre de 1883. No tenemos un mensaje de desánimo para la iglesia. Aunque se han dado reproches, advertencias y correcciones, sin embargo la iglesia está como el instrumento de Dios para difundir la luz. El pueblo de Dios que observa los mandamientos ha hecho sonar una advertencia para el mundo. ... La iglesia de Dios es un testigo viviente, un continuo testimonio, para convencer a los hombres si lo aceptan; para condenarlos si lo resisten y rechazan.—Manuscrito 96, 1893. La iglesia debe brillar y brillará “hermosa como la luna, esclarecida como el sol, e imponente como ejércites en orden” (Cantares 6:10).—Carta 130, 1902.

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