martes, 31 de diciembre de 2019

DEVOCIONAL NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN "Enterrad toda amargura", 30 de diciembre



Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza. Job 7:6. Si tenemos poco tiempo, aprovechémoslo juiciosamente. La Biblia nos asegura que estamos en el gran día de la expiación. El día simbólico de la expiación era un día cuando todo Israel afligía sus almas ante Dios, confesaba sus pecados y acudía ante el Señor con contrición de alma, con remordimiento por sus pecados, con arrepentimiento genuino, y con una fe viva en el sacrificio expiatorio. Si ha habido dificultades, si han existido envidias o malicias, enojos, malas sospechas, confesad estos pecados, no en una forma general, sino que id a vuestros hermanos y hermanas personalmente. Sed definidos. Si habéis cometido un mal y ellos veinte, confesad ese mal como si fuérais el principal ofensor. Tomadlos de la mano, dejad que vuestros corazones se ablanden bajo la influencia del Espíritu Santo, y decid: “¿Me perdonas? No he obrado bien contigo. Quiero enmendar todo mal, para que ninguna cosa quede registrada contra mí en los libros del cielo. Quiero tener un registro limpio”. ¿Quién creen Uds. que resistirá esta iniciativa? Hay demasiada frialdad e indiferencia—demasiado de ese espíritu que dice: “No me importa”— ejercidas entre los profesos seguidores de Cristo. Todos deberían experimentar preocupación hacia los demás, guardando celosamente los intereses de los otros. “Amaos los unos a los otros”. Entonces podremos estar como una fuerte muralla contra los artificios de Satanás. En medio de la oposición y de la persecución no nos uniremos a los vengativos, no nos juntaremos con los seguidores del gran rebelde, cuya obra especial consiste en acusar a los hermanos, en difamar y manchar sus caracteres. Que el resto de este año se aproveche en destruir toda fibra de la raíz de la amargura, enterrándola en la tumba con el viejo año. Comenzad el nuevo año con una consideración más tierna, con un amor más profundo hacia cada miembro de la familia del Señor. Uníos. “Unidos permaneceremos; divididos caeremos”. Tomad una norma más elevada y más noble que nunca antes.—The Review and Herald, 16 de diciembre de 1884.

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