domingo, 22 de diciembre de 2019

DEVOCIONAL NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN "A cada momento en guardia", 22 de diciembre



Mas los malos hombres y los engañadores, irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 2 Timoteo 3:13. El enemigo procura desbaratar nuestra vigilancia utilizando todo artificio concebible. Primero puede intentar engañar utilizando palabras suaves y astutas insinuaciones; y si éstas fallan, procede con abierta violencia. Tiene más de una trampa bien puesta para los pies incautos, y aquellos que caen una vez, encuentran casi imposible liberarse. Mientras alaba, halaga y exalta a algunos, lanza sus fieros dardos contra otros. Debemos estar en guardia a cada instante. Ante nosotros hay días de luchas peculiares, de dificultades y peligros. Debemos acostumbrarnos a la idea de que en lugar de que las cosas tomen un cariz favorable, hombres perversos, maestros seductores irán empeorando, engañándose a sí mismos y a los demás. Debemos esperar una mayor oposición de la que hemos experimentado. ... Ahora debemos hacer de Cristo nuestro refugio, o en los días que nos esperan nuestras almas serán vencidas por las tinieblas y la desesperación. Hay un punto más allá del cual la ayuda humana no sirve de nada. Cada uno debe vivir por fe a medida que se vea forzado a entrar en un conflicto más severo y aparentemente mortal con los poderes de las tinieblas. Cada uno debe permanecer o caer por sí mismo. Las flechas del destruidor están por ser lanzadas contra los fieles, y ningún poder terrenal puede desviarlas. Pero si nuestros ojos pudieran ser abiertos, podríamos ver ángeles de Dios que rodean a los justos, para que ningún daño les acontezca. ... Debemos contemplar a Jesús, estudiar sus palabras, orar por su Espíritu. Deberíamos estar solos con Dios con más frecuencia para meditar y orar. Oremos más y hablemos menos. No podemos confiar en nuestra sabiduría, en nuestra propia experiencia, en nuestro propio conocimiento de la verdad; debemos aprender diariamente, acudiendo a nuestro Maestro celestial en busca de instrucción, y entonces, sin parar mientes en el ocio, en el placer o en la conveniencia, debemos avanzar sabiendo que es fiel el que nos ha llamado. ... Mientras comprendemos nuestra debilidad, confiemos en su fortaleza, y venzamos por la gracia que él imparte.—The Review and Herald, 28 de agosto de 1883, pp. 546.

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