miércoles, 25 de diciembre de 2019

LA DEMANDA DEL PADRE CELESTIAL


"¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!" (Deut. 5: 29 )
Dios mantiene una relación paternal con su pueblo, y como padre exige nuestro servicio fiel. Mirad la vida de Cristo. A la cabeza de la humanidad, sirviendo a su Padre, es un ejemplo de lo que cada hijo debe y puede ser. La obediencia de Cristo es la que Dios requiere hoy de los seres humanos. El sirvió a su Padre en amor, voluntaria y libremente. "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón", declaró. Cristo no consideró ningún sacrificio demasiado grande, ningún trabajo demasiado pesado para cumplir la obra que había venido a hacer. A los doce años dijo: "¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?" ( Luc. 2: 49). Había oído el llamado y había emprendido la tarea. "Mi comida", dijo," "es que haga la voluntad del"que me envió, y que acabe su obra" ( Juan 4: 34).
Así debemos servir a Dios. Solamente sirve el que alcanza el más elevado nivel de obediencia. Todos los que quieren ser hijos e hijas de Dios se demostrarán colaboradores con Cristo y con Dios y los ángeles celestiales. Esta es la prueba para toda alma. . .
El gran propósito de Dios en la ejecución de sus providencias es probar a los hombres, darles una oportunidad de desarrollar el carácter. Así prueba si son o no son obedientes a sus órdenes. Las buenas obras no compran el amor de Dios, sino que revela que poseemos ese amor. . .
Hay solamente dos clases de personas en el mundo hoy, y solamente dos serán reconocidas en el juicio: las que violan la ley de Dios y las que la obedecen. Cristo nos da la norma de nuestra lealtad o deslealtad." "Si me amáis "," dice," "guardad mis mandamientos. . . El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama, y el que me ama, será amado por mi padre"e", y yo le amaré y"manifestaré a él" ( Juan 14: 15,21) (Review and Herald, 23 de junio, 1910

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