Por el pastor Aubrey Duncan
Un pueblo cansado y agotado
Nuestro mundo sigue sumido en conflictos, confusión y plagado de incertidumbre. La inminente crisis del cambio climático se está acelerando rápidamente a medida que las naciones luchan por encontrar respuestas. Un experto comentó: “La gente ve que el cambio climático ya es una amenaza y seguirá siendo una amenaza creciente en el futuro, y apoya cambios para mantener a la gente segura y preparada, especialmente a nivel local” (Bernadette Woods Placky, meteoróloga jefe en Clima Central).
Además, todos estamos involucrados, lo sepan o no, en el Gran Reinicio. Se trata de una gran propuesta mundial para reordenar los sistemas económicos, sociales y religiosos del mundo, aparentemente para mitigar la crisis del cambio climático e implementar un nivel de vida más equitativo para toda la humanidad. Ese programa, ideado por el Foro Económico Mundial, está afectando a la familia humana de maneras que la mayoría no se da cuenta, y cuando se implemente plenamente, alterará radicalmente la vida de todos más allá de lo que ahora podamos imaginar.
El WEF es la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada, cuya misión es: “Involucrar a los principales líderes políticos, empresariales, culturales y de otro tipo de la sociedad para dar forma a las agendas globales, regionales e industriales”. Las Naciones Unidas, las Instituciones Monetarias Internacionales y las entidades políticas y religiosas más poderosas están cooperando con el Foro Económico Mundial para cambiar el curso de la historia humana de acuerdo con lo que consideren adecuado y necesario.
Parte de su visión colectiva es desarrollar un nuevo orden de seres humanos conocido como transhumanismo: una fusión de hombre y máquina. Los defensores de este concepto revolucionario están seguros de que pueden mejorar el diseño de Dios. De hecho, sus defensores creen que pueden convertir a los hombres en dioses. Sí, creen firmemente que pueden mejorar la mayor creación de Dios mediante ingeniería genética y esquemas tecnológicos como los "implantes cerebrales". Uno de los beneficios para la humanidad que esta poderosa camarilla, responsable únicamente de ellos mismos, está promocionando es que sus mecanizaciones proporcionarán vida eterna.
Cuando uno considera las condiciones mundiales actuales, uno siente que realmente necesita unas vacaciones. La atmósfera es alucinante y mortalmente tóxica. Lo único que desea es alejarse de todo, reflexionar seriamente y, con suerte, trazar un rumbo para su propia cordura y supervivencia.
Afortunadamente, el Dios de la Creación ya tiene un rumbo trazado para esas vacaciones que todos necesitamos desesperadamente. Al contemplar los planes de su creación rebelde, expresa sus pensamientos: “Y vio Dios que la maldad del hombre era grande en la tierra, y que toda idea de los pensamientos de su corazón era siempre sólo maldad” (Génesis 6: 5). Al igual que en los días de Noé, cuando expresó ese sentimiento, Dios está invitando a todos a pasar las vacaciones que ha reservado para todos los que acepten su invitación. Las vacaciones que Él nos ofrece están más allá de la comprensión de nuestras mentes finitas. Son las mejores vacaciones que puedas tener.
Las vacaciones son siempre ocasiones maravillosas. Se dedica mucho tiempo a seleccionar el destino. Se buscan las mejores ofertas de viajes y hoteles. Hay una planificación cuidadosa a medida que el entusiasmo por visitar un lugar nuevo crece cada vez más. Ya sea que el destino esté cerca o lejos, la sola idea de tomar un descanso de la rutina diaria y del estrés de la vida cotidiana trae alegría al corazón. Rara vez uno puede resistir la tentación de hacerles saber a todos que se van de vacaciones. De hecho, a la gente le encanta compartir las buenas noticias.
Pero ¿qué pasa si tus próximas vacaciones son las mejores que puedas tener? ¿Cómo te prepararías para ello? ¿Cuánta alegría traería a tu corazón y a cuántas personas se lo contarías? Por supuesto, eso dependerá de lo emocionado que estés y de lo mucho que esperes esas vacaciones. Te invito a considerar cuáles podrían ser las mejores vacaciones que puedas tener y rezar para que te entusiasmes y las trates con al menos el mismo fervor que tus vacaciones anteriores.
Hace varios años, estaba viendo un documental en una importante cadena de televisión que se centraba en los acontecimientos del fin de los tiempos. Un destacado televangelista, que fue invitado destacado en este programa, estaba hablando del Milenio. En un segmento, se refirió al milenio como un tiempo de paz y bienaventuranza sobre la tierra para el pueblo de Dios. En el siguiente segmento, de los mismos labios, este predicador evangélico profundamente influyente declaró que el pueblo de Dios podría ser "arrebatado" de la tierra en cualquier segundo. Continuó diciendo que después de ser arrebatado, el pueblo de Dios tendrá la oportunidad de ver la destrucción que está ocurriendo en la tierra.
Me preguntaba: ¿Qué Biblia lee este querido hombre? Por supuesto, sus pronunciamientos son los que repiten como loros tanto los "líderes" como los seguidores en la mayor parte de la cristiandad. Incluso sin ningún conocimiento bíblico, uno puede discernir que tales enseñanzas, tomadas en conjunto, son, en el mejor de los casos, confusas. ¿Cómo puede uno ser arrebatado y al mismo tiempo disfrutar de mil años de bienaventuranza sobre la tierra? Dios Creador no es autor de confusión. Por Su gracia, mostraré en la Biblia lo que Dios realmente dice acerca del Milenio. Descubrirá que el Milenio serán las mejores vacaciones que jamás pueda tener.
Comienzan las mejores vacaciones
La palabra 'Milenio' no aparece en la Biblia. Es una combinación de dos palabras latinas: Milli, que significa mil, y Annum, que significa año. La mayoría de los cristianos entienden que el Milenio es una referencia al período de mil años mencionado en el libro de Apocalipsis: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado juicio; y vi las almas de los que estaban decapitados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni habían recibido la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Apocalipsis 20:4)
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