lunes, 28 de agosto de 2023

Un consejo a los ministros


Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas facultades que son por naturaleza las más fuertes, mientras descuidamos las débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles deben recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del intelecto queden bien equilibradas y todas hagan su parte como una maquinaria bien regulada. Dependemos de Dios para la preservación de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente. Si descuidamos esto, nunca alcanzarán aquéllas el propósito para el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna de las facultades que Dios nos ha dado. Vemos monomaníacos en todas partes del país. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó. Dios no fué glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiese ejercitado de igual manera todos los órganos, éstos habrían alcanzado un desarrollo sano; no se habría impuesto todo el trabajo a uno y por lo tanto, ninguno se habría arruinado.

Los predicadores deben ser precavidos, para no estorbar los propósitos de Dios mediante sus propios planes. Corren el peligro de cercenar la obra de Dios, de limitar sus trabajos a ciertas localidades, y de no cultivar un interés especial en la obra de Dios en sus diversos departamentos. Algunos concentran su mente sobre un tema, con exclusión de otros que pueden ser de igual importancia. Son hombres de una sola idea. Toda la fuerza de su ser se concentra en el tema que ocupa su mente en el momento. Pierden de vista toda otra consideración. Este asunto favorito preocupa sus pensamientos y es el tema de su conversación. Asimilan ávidamente todas las pruebas referentes a este asunto y tanto se espacian en ellas que cansan la mente que debe seguirlos. Con frecuencia se pierde tiempo explicando puntos que son realmente baladíes y que debieran darse por sentados sin presentar pruebas, porque son obvios. Pero los puntos realmente vitales deben ser presentados tan clara y enérgicamente como lo permitan el lenguaje y las pruebas. El poder de concentrar la mente sobre un tema con exclusión de todos los demás, es bueno hasta cierto punto; pero el ejercicio constante de esta facultad cansa los órganos encargados de esa obra; les impone un recargo excesivo y como resultado no se alcanza a realizar la mayor cantidad de bien. Un juego de órganos tiene que sufrir el desgaste principal mientras que los otros permanecen dormidos. La mente no puede ejercitarse así en forma sana, y por consiguiente la vida se acorta.

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