lunes, 25 de diciembre de 2023

La Biblia es una guía infalible

Toda especie de inmoralidad queda claramente delineada en la Palabra de Dios, y se nos exponen sus resultados. El ceder a las pasiones inferiores se nos presenta en su carácter más repugnante. Nadie, por obscuro que sea su entendimiento, necesita errar. Pero se me ha mostrado que muchos de los que profesan andar en todos los mandamientos de Dios albergan este pecado. Dios juzgará a cada hombre por su Palabra.

Dijo Cristo: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Juan 5:39. La Biblia es una guía infalible. Exige perfecta pureza en palabras, pensamientos y acciones. Únicamente los que tengan un carácter virtuoso y sin mancha podrán entrar en la presencia de un Dios puro y santo. Si se estudia y obedece la Palabra de Dios, guiará a los hombres, así como los israelitas fueron conducidos por una columna de fuego de noche y una columna de nube de día. La Biblia es la voluntad de Dios expresada al hombre. Es la única norma perfecta de carácter y señala el deber del hombre en toda circunstancia de la vida. En ésta hay muchas responsabilidades que recaen sobre nosotros, cuyo descuido no sólo nos ocasionará sufrimientos a nosotros mismos, sino que causará pérdida a otros. Hombres y mujeres que profesan reverenciar la Biblia y seguir sus enseñanzas, dejan de cumplir en muchos respectos lo que ella exige. En la educación de los niños siguen su propia naturaleza perversa más bien que la revelada voluntad de Dios. Este descuido del deber entraña la pérdida de millares de almas. La Biblia traza reglas para la correcta disciplina de los niños. Si los hombres siguiesen estos requerimientos de Dios, veríamos hoy aparecer en el escenario de acción una clase de jóvenes muy diferente. Pero los padres que profesan creer la Biblia y seguirla, obran de una manera directamente contraria a sus enseñanzas. Oímos el clamor de tristeza y angustia de parte de padres y madres, que lamentan la conducta de sus hijos sin darse cuenta de que ellos están trayendo esa tristeza y angustia sobre sí mismos y arruinando a sus hijos por su erróneo cariño. No se percatan de las responsabilidades que Dios les dió en cuanto a inculcar en sus hijos hábitos correctos desde la infancia. Padres, sois en extenso grado responsables de las almas de vuestros hijos. Muchos descuidan su deber durante los primeros años de la vida de éstos, pensando que cuando lleguen a ser mayores tendrán entonces mucho cuidado para reprimir lo malo y educarlos en lo bueno. Pero la época en que deben llevar a cabo esta obra es cuando los niños son tiernos lactantes en sus brazos. No es correcto que los padres mimen y echen a perder a sus hijos; ni tampoco es correcto que los maltraten. Una conducta firme, decidida y recta producirá los mejores resultados.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Progresemos y aumentemos nuestra eficiencia

El Señor desea que se siga proclamando con creciente eficiencia el mensaje del tercer ángel. Como obró él e...