martes, 11 de junio de 2024

Ahora es el momento de trabajar


En respuesta a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” Isaías respondió: “Heme aquí, envíame a mí.” Isaías 6:8. Hermano, hermana, tal vez no puedas ir a la viña del Señor, pero puedes proveer recursos con que enviar a otros. Así estarás confiando tu dinero a los banqueros; y cuando venga el Maestro, podrás devolverle lo suyo con creces. Tus recursos pueden ser empleados para enviar y sostener a los mensajeros de Dios que por su voz y su influencia darán el mensaje: “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus veredas.” Mateo 3:3. Se están haciendo planes para que la causa progrese, y ahora es el momento en que se ha de trabajar.

Si trabajas con abnegación, haciendo todo lo que puedas para hacer progresar la causa de Dios en nuevos campos, el Señor te ayudará, te fortalecerá y te bendecirá. Confía en la seguridad de su presencia, que te sostiene, y que es luz y vida. Hazlo todo por amor a Jesús y las preciosas almas por las cuales murió. Trabaja con un propósito puro y divinamente implantado de glorificar a Dios. El Señor ve y entiende, y te empleará a pesar de tu debilidad, si ofreces tu talento como don consagrado a su servicio, porque en el servicio activo desinteresado los débiles se vuelven fuertes y gozan de su precioso elogio. El gozo del Señor es un elemento de fuerza. Si eres fiel, la paz que sobrepuja todo entendimiento será tu recompensa en esta vida, y en la venidera entrarás en el gozo de tu Señor.

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No tenemos tiempo para espaciarnos en asuntos que no tienen importancia. Debemos dedicar nuestro tiempo a proclamar el último mensaje de misericordia a un mundo culpable. Se necesitan hombres que obren bajo la inspiración del Espíritu de Dios. Los sermones de algunos de nuestros ministros tendrán que ser mucho más poderosos que los que predican ahora, o muchos apóstatas oirán un mensaje tibio e indirecto que arrulla la gente y la hace dormir. Todo discurso debe darse bajo el sentido de los terribles juicios que pronto han de caer sobre el mundo. El mensaje de verdad ha de ser proclamado por labios tocados por un carbón vivo del altar divino.

Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un mensaje de vida o muerte. Los ministros están dormidos; los miembros laicos también; y el mundo perece en el pecado. Dios ayude a su pueblo a despertarse, a andar y obrar como hombres y mujeres que están en el umbral del mundo eterno. Pronto una terrible sorpresa sobrecogerá a los habitantes del mundo. Cristo vendrá repentinamente, con poder y grande gloria. Entonces no habrá tiempo para prepararse para recibirlo. Ahora es el tiempo en que hemos de dar el mensaje de advertencia.

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Nuestra consigna debe ser: Hacia adelante, siempre hacia adelante. Los ángeles de Dios irán delante de nosotros a preparar el camino. Nuestra preocupación por las “regiones de ultramar,” no podrá cesar hasta que toda la tierra haya sido iluminada por la gloria del Señor.

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