Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos
de los hombres. Lamentaciones 3:33.
Nuestro Padre celestial no aflige ni entristece voluntariamente
a los hijos de los hombres. Tiene sus propósitos en el
torbellino y la tormenta, en el fuego y el diluvio. El Señor
permite que las calamidades sobrevengan a su pueblo para
salvarlo de peligros mayores. Desea que todos examinen su
corazón atenta y cuidadosamente, y que se acerquen a Dios a fin
de que El pueda acercarse a ellos. Nuestras vidas están en las
manos de Dios. El ve los riesgos que nos amenazan como nosotros
no podemos verlos. Es el Dador de todas nuestras bendiciones; el
Proveedor de todas nuestras misericordias; el Ordenador de todas
nuestras experiencias. Percibe peligros que nosotros no podemos
ver. Permite que sobrevenga a su pueblo alguna prueba que llene
los corazones de sus hijos de tristeza, porque ve que necesitan
enderezar su camino, no sea que el cojo se aparte del sendero.
Conoce nuestra hechura y se acuerda que somos polvo. Aun los
mismos cabellos de nuestra cabeza están contados. Obra a través
de las causas naturales para hacernos recordar que El no nos ha
olvidado, sino que desea que abandonemos el camino que, si se
nos permitiera seguir en forma desenfrenada y sin reprobación,
nos conduciría a un gran peligro.
A todos nos sobrevendrán pruebas a fin de conducimos a
investigar nuestros corazones, a fin de ver si están purificados
de todo aquello que contamina. Constantemente el Señor está
obrando para nuestro bien presente y eterno. Ocurren cosas que
parecen inexplicables, pero si confiamos en el Señor y esperamos
pacientemente en El, humillando nuestros corazones delante de
El, no permitirá que el enemigo triunfe.
El Señor salvará a su pueblo en la forma que El considere mejor,
usando medios e instrumentos que hagan que la gloria redunde
para El. Solamente a El pertenece la alabanza...
Toda alma que está en el camino de la salvación debe ser
partícipe con Cristo en sus sufrimientos, a fin de que pueda ser
participante con El de su gloria. Cuán pocos comprenden por qué
Dios los somete a pruebas. Es mediante la prueba de nuestra fe
como obtenemos fortaleza espiritual. El Señor trata de educar a
su pueblo para que dependa enteramente de El. Desea que,
mediante las lecciones que les enseña, lleguen a ser más y más
espirituales. Si no se obedece su Palabra con toda humildad y
mansedumbre, les enviará experiencias que, si son correctamente
recibidas, les ayudarán a prepararse para la obra que debe ser
hecha en su nombre. Dios desea revelar su poder en una manera
notable a través de las vidas de los componentes de su
pueblo.—Manuscrito 76, del 20 de febrero de 1902, “El incendio
del sanatorio”.*
rque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos
de los hombres. Lamentaciones 3:33.
Nuestro Padre celestial no aflige ni entristece voluntariamente
a los hijos de los hombres. Tiene sus propósitos en el
torbellino y la tormenta, en el fuego y el diluvio. El Señor
permite que las calamidades sobrevengan a su pueblo para
salvarlo de peligros mayores. Desea que todos examinen su
corazón atenta y cuidadosamente, y que se acerquen a Dios a fin
de que El pueda acercarse a ellos. Nuestras vidas están en las
manos de Dios. El ve los riesgos que nos amenazan como nosotros
no podemos verlos. Es el Dador de todas nuestras bendiciones; el
Proveedor de todas nuestras misericordias; el Ordenador de todas
nuestras experiencias. Percibe peligros que nosotros no podemos
ver. Permite que sobrevenga a su pueblo alguna prueba que llene
los corazones de sus hijos de tristeza, porque ve que necesitan
enderezar su camino, no sea que el cojo se aparte del sendero.
Conoce nuestra hechura y se acuerda que somos polvo. Aun los
mismos cabellos de nuestra cabeza están contados. Obra a través
de las causas naturales para hacernos recordar que El no nos ha
olvidado, sino que desea que abandonemos el camino que, si se
nos permitiera seguir en forma desenfrenada y sin reprobación,
nos conduciría a un gran peligro.
A todos nos sobrevendrán pruebas a fin de conducimos a
investigar nuestros corazones, a fin de ver si están purificados
de todo aquello que contamina. Constantemente el Señor está
obrando para nuestro bien presente y eterno. Ocurren cosas que
parecen inexplicables, pero si confiamos en el Señor y esperamos
pacientemente en El, humillando nuestros corazones delante de
El, no permitirá que el enemigo triunfe.
El Señor salvará a su pueblo en la forma que El considere mejor,
usando medios e instrumentos que hagan que la gloria redunde
para El. Solamente a El pertenece la alabanza...
Toda alma que está en el camino de la salvación debe ser
partícipe con Cristo en sus sufrimientos, a fin de que pueda ser
participante con El de su gloria. Cuán pocos comprenden por qué
Dios los somete a pruebas. Es mediante la prueba de nuestra fe
como obtenemos fortaleza espiritual. El Señor trata de educar a
su pueblo para que dependa enteramente de El. Desea que,
mediante las lecciones que les enseña, lleguen a ser más y más
espirituales. Si no se obedece su Palabra con toda humildad y
mansedumbre, les enviará experiencias que, si son correctamente
recibidas, les ayudarán a prepararse para la obra que debe ser
hecha en su nombre. Dios desea revelar su poder en una manera
notable a través de las vidas de los componentes de su
pueblo.—Manuscrito 76, del 20 de febrero de 1902, “El incendio
del sanatorio”.*
No hay comentarios:
Publicar un comentario